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Nuestra Señora de la Merced. San Vicente María Strambi, obispo


NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación.
El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.
MARÍA Y PEDRO NOLASCO
Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenéis vuestra fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenad en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" (Mt 6,20).


Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.
LE RESPONDE LA VIRGEN
Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. La noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe. Nolasco le dice a María:
-¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?:
-“Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo:”Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”:
-¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?:
-“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregaciónn en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."
LA INSTITUCION NUEVA
Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, los frailes toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".
EN LA CATEDRAL DE BARCELONA
El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la congregación mercedaria.
LA VIRGEN DE LA MERCED, LA FUNDADORA
El título mariano de la Merced tiene su origen en Barcelona, España, cuando muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder la fe . La Virgen de La Merced, manifesta su misericordia por para atenderlos y liberarlos. La talla de la imagen de la Merced venerada en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. He subido piadosamente a su camarín y he comprobado su aspecto imponente por su talla extraordinaria e impresionante. El año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre.
ACTUALIDAD DEL CARISMA
El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magníficat (Lc 1, 46), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo que "María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo.
DIOS PADRE DE MISERICORDIA, MARÍA MADRE DE MISERICORDIA.
Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" - Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.
UNA CONGREEGACION LAICAL
Así fue en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. en Barcelona. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Salían cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.
CUARTO VOTO
Además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto: dedicar su vida a liberar esclavos. Se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzara a pagar su redención. Así lo hizo San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios. El Papa Gregorio IX aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. El rey Jaime decía que la conquista de Valencia, se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada triunfo que obtenía lo atribuía a sus oraciones.
DESCANSA YA, SIERVO BUENO Y FIEL
Pedro Nolasco, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados". y se durmió en el regazo de la Virgen. Su intercesión logró muchos milagros y fue canonizado en 1628.
En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre.
ORACION
Virgen y Señora nuestra de la Merced,
a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén
ORACION
María, Merced de Dios, regalo de Cristo a los hombres. La Trinidad Santa te envió a Barcelona, mensajera de libertad y misericordia, para, por medio de Pedro Nolasco, mostrarte corredentora, mediadora, Madre de todos, ternura de Dios para los pobres.
Madre de la Merced, enséñanos a valorar nuestra fe cristiana, haznos capaces de amar con caridad mercedaria, conviértenos en portadores de paz.
Que tus besos derritan la violencia que nos envuelve, hasta que recuperemos, en tu regazo materno, la ilusión de familia, transformado el mundo en un hogar.
Bendice esta ciudad tuya, que te proclama patrona y princesa y gusta, enamorada, de llamarte madre.

SAN VICENTE MARIA STRAMBI, OBISPO

Poco antes de su muerte, Pablo de la Cruz quiere que esté cerca de sí el padre Vicente. Le estrecha afectuosamente las manos y lo mira fijamente a los ojos. “Padre Vicente, le dice, te encomiendo la Congregación”. A la comprensible sorpresa de Vicente, añade motivos de mayor maravilla. “Harás cosas grandes, harás mucho bien”. Vicente tiene solamente treinta años, es pasionista apenas hace seis. No faltan religiosos maduros, expertos, ejemplares. Pero Pablo quiere confiar su congregación a él, al joven Vicente. Y ve bien el fundador. Vicente: un religioso que ilumina con la ciencia y la bondad los comienzos de su congregación; un obispo, ejemplo de heroica fidelidad al papa. Santo, misionero, teólogo, guía espiritual, marca los últimos veinte años del setecientos y el primero del ochocientos. Famoso en Italia, incluso popular en Roma.
¿Tarea difícil? Está Vicente
Hijo del farmaceutico José Strambi y de Eleonor Gori, Vicente nace en Civitavecchia (Roma) el 1 de enero de 1745. De sus padres hereda una fe sencilla y un particular amor hacia los pobres, que lo caracterizará durante toda su vida. El padre colma de consistentes donaciones a la cofradía del nombre de Jesús a la que está inscrito; perdona, con frecuencia, deudas y ha depositado una considerable cantidad de dinero para la educación y el futuro de las jóvenes necesitadas. Vicente no es menos. El padre, además, lo debe incluso frenar la excesiva generosidad. La madre ve con alegría la vocación sacerdotal del muchacho; no así su padre que, aún siendo cristiano irreprochable, alimenta totalmente otros proyectos para aquel hijo único suyo (dos hermanitos y una hermanita alegran durante poquísimo tiempo la familia Strambi). Entre tanto, en el seminario de Montefiascone (Viterbo), Vicente comienza la formación filosófica, teológica y bíblica atrayéndose la admiración de los superiores y condiscípulos por la vivaz inteligencia y por la distinguida piedad.
Se traslada a Roma y luego a Viterbo para perfeccionarse en la sagrada elocuencia y en otras disciplinas. Al padre dice que su única herencia es el Crucificado: destina, pues, a otros el patrimonio familiar. Ordenado subdiácono a los 21 años, es llamado por el obispo de Montefiascone para la tarea de prefecto del seminario, tarea que Vicente ejerce haciéndose querer bien por todos. Pero no deja de estudiar, convencido que ciencia y santidad son esenciales para la misión sacerdotal. A los 22 años es nombrado rector del seminario de Bagnoregio (Viterbo). El 29 de diciembre de 1767, incluso antes de cumplir los 23 años, es ordenado sacerdote.
Advirtiendo cada vez más clara la vocación a la vida religiosa, pide entrar primero con los padres de la Misión, y luego con los Capuchinos. Los primeros no lo aceptan porque es débil de salud, los segundos porque es hijo único. En Civitavecchia, durante una misión, Vicente conoce a Pablo de la Cruz y queda fascinado por su santidad y su ardor misionero. Lo vuelve a ver en el convento de San Ángel de Vetralla (Viterbo) donde hizo los ejercicios espirituales en preparación al sacerdocio. En la circunstancia se entretuvo con él en amable conversación. Pide, entonces, entrar con los Pasionistas. En 1768, muy joven sacerdote, es recibido por el mismo Pablo. Pero antes ha tenido que vencer grandes dificultades suscitadas por el papá que ya de mala gana lo había visto partir para el seminario y que no logra asumir un golpe aún más duro. El señor José escribe al mismo fundador expresando todo su desacuerdo. Se dirige también al cardenal Santiago Oddi, obispo de Viterbo, para que convenza al hijo a dejar Monte Argentario (Grosseto), donde el joven ya es novicio con el nombre de Vicente María. Pero inútilmente. Por último, el padre se resigna y establece relaciones amigables con Pablo.
Emitida la profesión religiosa el 24 de septiembre de 1769, Vicente comienza a predicar ejercicios espirituales al clero y misiones al pueblo, para lo cual manifiesta aptitudes sobresalientes. Pero pronto es obligado a reducir las predicaciones. En 1773, en efecto, es llamado a Roma en la casa general de los Santos Juan y Pablo para la tarea de profesor y director de los estudiantes teólogos. Vicente reserva particulares atenciones a los jóvenes, esperanza de la nueva congregación. Está atento a su salud, los guía espiritualmente, los forma en la sana teología.
Es, ciertamente, de los más grandes misioneros del siglo. Por deseo del papa predica con frecuencia en Roma en iglesias importantes y en momentos, incluso, difíciles. Para la apertura del año santo de 1775 Clemente XIV le encarga predicar al pueblo romano en la iglesia de Santa María en Trastévere. La elección es felicísima. Entre los oyentes está el mismo pontífice. Siempre, por el papa es llamado a dirigir más veces los ejercicios espirituales a los cardenales, a los obispos, a los prelados de la curia Romana y de la corte pontificia, al clero de la capital. Ya lo conocen todos. Lo llaman simplemente “el predicador pasionista santo”. Sus predicaciones están, con frecuencia, acompañadas de hechos prodigiosos. Tiene el don de la profecía, lee el interior de los corazones. El 13 de enero de 1793 en Roma es asesinado Hugo de Basville, diplomático, representante de la revolución francesa. Con el pretexto de visitar los monumentos, andaba desarrollando actividad sediciosa. El pueblo va a la plaza, amenazante y tumultuoso, durante varios días. Se le pide a Vicente, a nombre del papa, hacer algo. Las palabras de Vicente, ya bien conocido, obtienen el resultado esperado. A él acuden los papas para la solución de casos particularmente delicados. Tan grande es la fama de la que goza que, según fuentes autorizadas, en el atormentado conclave en Venecia que elige papa a Pío VII, es propuesta, incluso su candidatura y 5 de los 34 cardinales dan el propio voto a él, siendo un simple religioso pasionista.
Dentro de la congregación ejerce el oficio de profesor de teología, director de los estudiantes. Cubre el cargo de superior, de provincial, de consultor general. Pero se hace siervo de todos, se adapta a los trabajos más humildes presentándose, incluso, en los trabajos de la cocina y de la huerta. No quiere ninguna distinción. Tiene cualidades extraordinarias para consolar a los afligidos y para suscitar fervor y devoción en el corazón de los hermanos y de los fieles. Escribe también algunos textos escolares y libros de contenido espiritual. Digno de especial mención, es el “Mes de la preciosísima Sangre” testimonio e irradiación directa de su espiritualidad pasionista. Y luego, su obra magistral: la admirable biografía de Pablo de la Cruz. La escribe, como dice él mismo, de rodillas y permaneciendo en la celda habitada por el santo en el convento vecino a San Ángel de Vetralla. Allí se admira su competencia de historiador y teólogo, pero, sobre todo, una extraordinaria inspiración espiritual. Caso raro: un santo, biógrafo de otro santo. Es postulador de la causa de Pablo; encargo que llevará a cabo, incluso, siendo obispo.
Eminente director espiritual guía, sea a personalidades sobresalientes que a gente de modesta condición. Algunos nombres: el fundador de los misioneros de la Preciosísima Sangre, san Gaspar del Búfalo, la beata Ana María Taigi, la venerable María Luisa Maurizi, la venerable María Clotilde Adelaida de Saboya, esposa de Carlos Emmanuel IV rey de Cerdeña. Vicente interviene también en la conversión de Paulina Bonaparte hermana menor de Napoleón. Mujer tan hermosa como depravada, luego de un diálogo con él, cambia de vida dedicándose a obras de bien.
Con el Papa. Por el Papa
En 1801 Pío VII lo nombra obispo de Macerata y Tolentino. Vicente corre personalmente a él manifestándole el deseo de permanecer en convento y de continuar en la vida de misionero itinerante. Pero el papa no cede. Le asegura: “Sábete que nadie se ha interesado para elegirte; lo he hecho yo espontáneamente, por mi personal conocimiento, por inspiración divina”. Vicente se resigna. Consagrado obispo el 26 de julio, el 31 parte para Macerata, separándose “con angustia de espíritu” de los hermanos. En Macerata comienza inmediatamente aquel trabajo que renovará el rostro de la diócesis. Apenas llegado, visita a los párrocos, las cárceles, los hospitales, los monasterios; organiza una misión popular en la que participa él mismo. Vive una vida austera y penitente. Pobre, los pobres serán su atención constante. “Los pobres son mis patrones, dice. Yo no soy sino su ecónomo”. Es acuñada por él la frase hoy frecuente: “Oír el clamor de los pobres”, los pobres gritan, gritan”. Padre dulce y exigente. Durante la visita pastoral rehúsa fiestas y comidas especiales. Quien no se adecua paga una multa; la relativa cantidad es devuelta a los pobres. Atenciones continuas reserva para el seminario. Favorece la vida religiosa. Santo, estimula a la santidad. Elimina escándalos y abusos: no teme tomar duras disposiciones cuando el caso lo amerita. El episcopado está abierto a todos. Comprensible la aprehensión de alguno cuando se difunde la noticia de su posible transferencia. Se hace intérprete el vice – comisario pontificio de Tolentino con una carta a la secretaría de Estado.
Para la iglesia, entre tanto, se condensan nubes amenazadoras. En 1805 Napoleón Bonaparte comienza a ocupar el estado pontificio. Las tropas francesas entran, incluso, en Macerata. Requerido hacer juramento de fidelidad al emperador, Vicente rehúsa, declarándose fidelísimo al papa. Es condenado al exilio. El 28 de septiembre de 1808 Macerata saluda llorando a su obispo deportado primero a Novara y luego a Milán. Pero su santidad tiene manera de resplandecer, aún, en el exilio: consuela, alienta a otros obispos exiliados como él. Lo llaman “obispo pasionista santo”. Nada más normal que Vicente llegue a ser confesor requerido, consejero autorizado y buscado sea por laicos que por eclesiásticos. Predica frecuentemente al clero, a los seminaristas, a los hermanas.
Napoleón suprime también las congregaciones religiosas. Los Pasionistas se ven obligados a regresar a sus propios pueblos de origen. La prueba es durísima. Vicente está cerca, incluso, de sus hermanos gozando por la ocasión de particulares permisos obtenidos en secreto del papa. Pero no olvida su diócesis: la lleva en el corazón, la sigue con afecto. A los pobres de Macerata hace llegar señales tangibles de su recuerdo y de su amor. Antes de salir de Macerata había dicho que el exilio habría durado menos de seis años; Así sucede. El ocaso de Napoleón devuelve la libertad a la iglesia y a los obispos el derecho de ejercer su ministerio. Vicente regresa a Macerata el 14 de mayo de 1814 acogido con entusiasmo. Antes de llegar se detiene en Ancona donde se encuentra con el papa Pío VII, también, él conducido al exilio. Los dos se abrazan conmovidos. El papa, dos días después, pasa por Macerata: saluda al obispo y lo elogia por su fidelidad haciendo aún más plena la alegría de todos.
Como fácilmente se advierte, la diócesis ha resentido de modo evidente la ausencia de su pastor. Vicente debe comenzar nuevamente una obra de reconstrucción moral y espiritual. Tiene 70 años y, si bien, las fuerzas están ya al final, no las ahorra. Animosamente va al encuentro, primero de Joaquín Murat y luego con el general Federico Bianchi comandante de las tropas austriacas: la ciudad se salva por mérito de su obispo. Y llamarlo “padre de la ciudad” es lo mínimo que puedan hacer. Se acerca personalmente a los enfermos y moribundos, golpeados por una terrible epidemia y por la carestía, para llevar los sacramentos y una palabra de consuelo y de esperanza. Para quitar el hambre a los pobres, pide limosna a los nobles conocidos en Milán durante el exilio y vende los objetos sagrados de la iglesia. Abre un hospicio para ex prostitutas y un conservatorio para las jóvenes en peligro. Se dice, y con razón, que Vicente es para Macerata lo que san Carlos Borromeo para Milán. Aún en medio de tantas ocupaciones, no deja de predicar misiones y ejercicios espirituales, solicitado con insistencia, acogido con alegría, escuchado con respeto y veneración.
Probado por los sufrimientos, por los años y por el trabajo, muchas veces ha pedido al papa poder regresar al convento para prepararse, rezando, a la muerte. Súplica jamás acogida. “Es suficiente su sombra para gobernar la diócesis”, respondía el papa. Al final, León XII en 1823 lo complace. Pero sólo en parte. Lo quiere, en efecto, en su residencia para consuelo espiritual, como su consejero y confesor. El 21 de noviembre de 1823 Vicente deja Macerata entre el llanto general. Partiendo confía: “Macerata la he amado siempre y he sido amado. Macerata la llevo en el corazón”. Luego se quita el anillo episcopal, lo entrega al limosnero diciendo: “Es la única cosa que me queda. Véndalo y den lo recaudado a los pobres”.
El papa lo requiere en diálogo cada día. Con él va estudiando una reforma de la diócesis de Roma y de toda la iglesia. Lo veneran todos. Los cardenales encontrándolo se arrodillan pidiendo la bendición. Del palacio pontificio se acerca diariamente a la iglesia de los Santos Juan y Pablo donde ha sido consagrado obispo: se detiene en oración sobre la tumba del fundador sumergiéndose en grandes recuerdos; se entretiene en amable diálogo con los hermanos. En el mes de diciembre el papa se enferma gravemente. Vicente es llamado para administrarle el viático. Es la medianoche del 23 de diciembre de 1823. El diálogo es de aquellos que se deben recordar. El papa, apenas lo ve lo abraza y le susurra: “Vicente mío, yo creía hacerte santo, pero algún otro pontífice lo hará”. Y Vicente: “Ánimo santidad; el Señor no privará a la iglesia de su pastor en tiempos tan difíciles. Hay una persona que ofrece la vida para vuestra curación”. Al amanecer del día 24 Vicente celebra la misa y se ofrece víctima por la salud del papa.
Al terminar la misa el papa sorprendentemente queda curado. Habrá vivido, como predicho por Vicente, aún 5 años y 4 meses. Es el mismo León XII que anota la profecía. Vicente, en cambio, se enfermó de improviso, muere una semana más tarde, el primero de enero de 1824 día de su 79 cumpleaños. Mártir de la caridad y del altruismo. Sepultado en la iglesia de los Santos Juan y Pablo, junto al fundador, es declarado santo en 1950. Desde 1957 descansa en “su” Macerata, donde había sido pastor celoso y venerado durante 22 años.
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SAN PACÍFICO DE SAN SEVERINO. Nació en San Severino Marche, provincia de Macerata y región de las Marcas (Italia), el año 1653. Sus padres pertenecían a la nobleza del lugar. Murieron pronto, y el niño quedó al cuidado de un tío materno, austero y rígido, arcediano de la catedral. A los 17 años ingresó en la Orden franciscana y, ordenado de sacerdote en 1678, enseñó primero filosofía a los jóvenes religiosos y luego se dedicó de lleno al apostolado de la predicación, tarea que armonizó con una intensa vida de oración. Destacó por sus penitencias, su amor a la soledad y la oración ante el Santísimo Sacramento. Los últimos años de su vida se vio dominado por las enfermedades. Primero fue una llaga en la pierna derecha que lo fue inmovilizando, luego la sordera y más tarde la ceguera que lo fueron aislando, hasta no poder predicar, ni celebrar misa ni compartir con sus hermanos la vida de fraternidad. Todo lo sobrellevó con admirable paciencia y Dios lo favoreció con carismas extraordinarios como éxtasis y milagros. Murió en San Severino el 24 septiembre de 1721.
BEATOS LUIS DE SAN MIGUEL DE LOS SANTOS y COMPAÑEROS MÁRTIRES. Son cuatro religiosos Trinitarios del convento de Belmonte (Cuenca, España) que, en la persecución religiosa desatada en España en 1936, fueron fusilados por los milicianos a las puertas del cementerio de Cuenca, el 24 de septiembre de 1936, y beatificados el año 2007. Estos son sus nombres: Luis de San Miguel de los Santos Erdoiza y Zamalloa, Melchor del Espíritu Santo Rodríguez Villastrigo, Santiago de Jesús Arriaga y Arrien, Juan de la Virgen del Castellar Joya y Corralero.Luis nació en Amorebieta (Vizcaya) en 1891, hizo la profesión en 1907, estudió en Roma y se ordenó de sacerdote en 1916. Estuvo unos años en Viena (Austria) dedicado al ministerio parroquial. En España se ocupó de la formación de sus religiosos jóvenes y ocupó cargos de gobierno. Melchornació en Laguna de Negrillos (León) en 1899. Tomó el hábito trinitario en 1917 y se ordenó de sacerdote en 1924. Trabajó en la enseñanza y fue superior de los conventos de Alcázar de San Juan y de Belmonte. Santiagonació en Líbano de Arrieta (Vizcaya) el año 1903. De joven ingresó en los Trinitarios, estudió en Roma y se ordenó de sacerdote en 1927. Estuvo destinado en Algorta y en Belmonte, donde fue profesor y maestro de estudiantes. Juan nació en Villarrubia de Santiago (Toledo) en 1898. Vistió el hábito trinitario como hermano cooperador en 1918. Trabajó en Santiago de Chile y en Buenos Aires. En 1932 lo destinaron al convento de Belmonte. Era un buen sacristán, sastre y florista, y trabajó con éxito en la catequesis de niños.


Beatos Manuel Gómez Contioso, Antonio Pancorbo López, Esteban García García y Rafael Rodríguez Mesa. Son cuatro religiosos salesianos que formaban parte de su casa de Málaga. El 21 de julio de 1936, al principio de la guerra civil española, fue encarcelada toda la comunidad. Durante los dos meses de cárcel, sufrieron muchos suplicios y vieron cómo sacaron a cinco de sus hermanos religiosos para matarlos. El 24 de septiembre de 1936 los martirizaron a ellos en Málaga. Beatificados el año 2007. Manuel nació en Moguer (Huelva) el año 1977. Hizo la profesión religiosa en 1897 y recibió la ordenación sacerdotal en 1903. Fue Director en Écija y Málaga. Se distinguió por su bondad, llaneza y unción sacerdotal. Antonio nació en Málaga en 1896. De joven ingresó en los Salesianos y en 1925 se ordenó de sacerdote. Era laborioso, humilde, piadoso y de buen carácter. Esteban nació en El Manzano (Salamanca) en 1901. Emitió la profesión religiosa como hermano coadjutor en 1926 y casi siempre estuvo en Málaga como jefe de la sastrería. Era humilde, afable y celoso del bien de sus alumnos. Rafael nació en Ronda (Málaga) el año 1913. Emitió sus votos como hermano coadjutor en 1933, y se dedicó a promover el bien de la juventud obrera como carpintero-ebanista en las Escuelas Profesionales salesianas de Málaga.
BEATO NORBERTO CEMBRANOS DE VILLALQUITEBEATO NORBERTO CEMBRANOS DE VILLALQUITE. Nació en Villalquite (León) en 1891. De niño ingresó en el seminario de León, estudió hasta la teología inclusive y recibió las órdenes menores, pero se negó a ser ordenado sacerdote por escrúpulos de conciencia. Dejó el seminario y estuvo trabajando en unas minas de carbón. Acudió a los superiores de los Capuchinos, a los que manifestó que no quería ordenarse ni obligarse bajo voto a la Regla, por lo que lo recibieron como donado o terciario perpetuo. En 1930 lo destinaron al convento-colegio de El Pardo, donde encajó muy bien. Al estallar la guerra civil, lo detuvieron y lo liberaron con los demás religiosos. Estuvo hospedado en una pensión de Madrid hasta que, el 21-IX-1936, los milicianos lo detuvieron! junto con otro capuchino al que dejaron en libertad dos días después. Norberto, en los interrogatorios, negó que era religioso, porque en verdad no lo era, y nada más se sabe de él. Se supone que fue fusilado el 24 de septiembre de 1936. Beatificado el 13-X-2013. [Más información]
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San Anatolio. Se le considera como el primer obispo de Milán, y su vida se sitúa en el siglo II.
Santos Andoquio, Tirso y Félix. Fueron martirizados en Seaulieu, región de Autún (Francia). Se dice que Andoquio era sacerdote y Tirso diácono de Esmirna, y que los envió san Policarpo a las Galias, donde los hospedó Félix. Su martirio se sitúa a principios del siglo II.
San Antonio González. Nació en León (España) en 1593. De joven ingresó en los Dominicos y, ordenado de sacerdote, ejerció la docencia y la predicación. En 1631 se ofreció para las misiones del Extremo Oriente. Fue profesor en la Universidad de Santo Tomás de Manila y en 1636 marchó a Japón. Apenas llegado cayó en manos de los perseguidores de los cristianos y estuvo casi un año en la cárcel de Okinawa, donde se convirtió en maestro y servidor de sus hermanos. Después, en Nagasaki, lo sometieron al tormento del agua ingurgitada para conseguir que apostatara. Le dijeron que pisara una pintura de la Virgen, pero él la reverenció y cubrió de besos. Lo sometieron a tales torturas que murió en la cárcel el 24 de septiembre de 1637.
San Gerardo Sagredo. Nació en Venecia (Italia) el año 980. De niño sufrió una grave enfermedad y sus padres lo ofrecieron al Señor. De joven ingresó en el monasterio benedictino de San Giorgio Maggiore, del que luego fue abad. Los avatares de un viaje a Tierra Santa lo llevaron a Hungría, donde lo nombraron preceptor del príncipe san Emerico, hijo y heredero del rey san Esteban. Más tarde fue elegido obispo de la nueva diócesis de Morisena (hoy Csanad), de mayoría pagana, y se dedicó de lleno a la obra de la evangelización de Hungría. El año 1046 murió apedreado por los paganos de Panonia (en la actual Hungría), a orillas del Danubio, cerca de Pest.
San Isarno. Abad del monasterio de San Víctor de Marsella (Francia), en el que renovó la vida regular, siendo austero consigo mismo y comprensivo y bondadoso con los demás. Murió el año 1043.
San Lupo. Vivió primero como anacoreta y después fue elegido obispo de Lyon (Francia). Murió poco después del año 528.
San Rústico. Obispo de Clermont-Ferrand (Francia) en el siglo V.
Beato Alfonso del Santísimo Corazón de María Arimany Ferrer. Nació en Balaguer (Lérida, España) en 1905. Profesó en los Carmelitas Descalzos en 1921, en 1926 viajó al Monte Carmelo (Tierra Santa) para participar en las misiones extranjeras y en 1928 recibió la ordenación sacerdotal en Jerusalén. Al año siguiente volvió a España y se dedicó a la formación de sus jóvenes. Estaba de superior en el convento de Badalona (Barcelona) cuando estalló la persecución religiosa. Buscó refugio en Barcelona, pero lo detuvieron. Reconoció su condición de religioso y el día siguiente, 24 de septiembre de 1936, se lo llevaron junto con otros presos y lo martirizaron en lugar desconocido. Beatificado el año 2007.
Beato Antonio Martín Slomsek. Nació en Slom (Eslovenia) el año 1800, en el seno de una familia campesina. Estudió teología en Alemania y se ordenó de sacerdote en 1824. Trabajó en la pastoral parroquial y diocesana. Elegido obispo de Sankt Andra, trasladó la capital de la diócesis a Maribor (Eslovenia). Conocía bien la Biblia y los Santos Padres, era un eficaz predicador, buen catequista, en particular con la juventud y las familias. Por encargo de Pío IX visitó muchos monasterios benedictinos del centro de Europa. Defendió la unidad de la Iglesia en un territorio en el que se hacía sentir la influencia del mundo ortodoxo. Murió en Maribor el 24 de septiembre de 1862.
Beata Columba (Juana) Gabriel. Nació en Stanislawow (entonces Polonia, hoy Ucrania) el año 1858 de familia noble. Recibió una buena formación, estudió magisterio y ejerció la docencia. En 1874 ingresó en las Benedictinas del monasterio de Lvov, del que fue abadesa. Ya entonces mostró una especial caridad con los pobres que acudían al monasterio. Injustamente calumniada, se trasladó a Italia, estuvo algún tiempo en el monasterio de Subiaco y después marchó Roma, donde vivió pobre y alegre, fundó la Congregación de Hermanas Benedictinas de la Caridad y la obra social llamada «Casa de la Familia», para jóvenes operarias pobres o alejadas de su familia. Murió en Roma el 24 de septiembre de 1926.
Beato Dalmacio Moner. Nació en Santa Coloma de Farnés, provincia de Gerona en España, en 1291. De joven entró en los Dominicos y, terminados los estudios y ordenado de sacerdote, se acreditó como gran predicador; gentes de toda Cataluña y Aragón acudían a escucharlo y muchos se convertían al Señor. Quiso profundizar en su espiritualidad y decidió vivir aislado y solitario. En su convento de Gerona se preparó una cueva en el huerto en la que vivía retirado y consagrado a la oración, y de la que sólo salía para decir misa y participar en los actos de comunidad. El Señor le concedió éxtasis y otras gracias extraordinarias. Murió en Gerona el 24 de septiembre de 1341.
Beata Encarnación Gil Valls. Nació en Onteniente (Valencia, España) en 1888. Pronto quedó huérfana y quiso entrar en Religión, pero optó por quedarse en el siglo ayudando a su hermano Gaspar, sacerdote, al que atendió, con el que colaboró en el apostolado y a quien acompañó en el martirio. Estudió y ejerció la carrera de magisterio. Perteneció a varias asociaciones de la Iglesia, entre ellas la Tercera Orden de San Francisco. Dedicó su tiempo libre y su dinero al Patronato de la Niñez. No abandonó a su hermano cuando empezó la persecución religiosa, y el 24 de septiembre de 1936 fue asesinada, junto a su hermano, en La Ollería (Valencia).
Beatos Guillermo Spenser y Roberto Hardesty. Estos dos católicos ingleses fueron ahorcados, destripados y descuartizados en York (Inglaterra) el 24 de septiembre de 1589, bajo el reinado de Isabel I. Guillermo nació en Gisburn, en el seno de una familia acomodada. Estudió en el Trinity College de Oxford y llegó a maestro en artes. En 1582 marchó a Reims (Francia), ingresó formalmente en la Iglesia Católica, estudió en el seminario y fue ordenado de sacerdote. Volvió a Inglaterra en 1584, consiguió la conversión de sus padres y de otros al catolicismo, trabajó con los presos del castillo de York, hasta que lo detuvieron por ser sacerdote. Roberto era una seglar al que encarcelaron por haber hospedado al P. Spenser y haber ayudado a los católicos presos.
Beatos Guzmán Becerril y Fernando María Martínez, Maristas. Al estallar la persecución religiosa de 1936, la comunidad del colegio de Málaga se dispersó y los religiosos buscaron refugio, con diverso resultado. Los Hnos. Guzmán y Fernando María fueron detenidos y encarcelados en agosto de 1936, y el 24 de septiembre siguiente, en Málaga, sufrieron el martirio en distintos momentos. Guzmán nació en Grijalba (Burgos) en 1885. Hizo los primeros votos en 1901. Ejerció la docencia en varios colegios y en 1924 lo destinaron a Málaga, donde fue, a partir de 1933, director del colegio y superior de la comunidad. Estaba dotado de grandes cualidades: prudencia, comprensión, rectitud, diplomacia, amor a los pobres y a los obreros.Fernando María nació en Acedillo (Burgos) en 1895. Profesó los votos temporales en 1912. Estuvo destinado en sucesivos colegios y en 1935 lo trasladaron al de Málaga. Era considerado! un gran profesor, apreciado por todos, y un santo religioso.- Beatificados el 13-X-2013.
Beato José María Ferrandiz Hernández. Nació en Campo de Mirra (Alicante, España) en 1879. De niño ingresó en el seminario de Valencia, y se ordenó de sacerdote en 1904. Tuvo varios destinos parroquiales y desde 1931 regentó la Arciprestal de Santa María de Alcoy (Alicante). Fue un sacerdote consagrado a ministerio, a la catequesis de los niños, a la Acción Católica, y destacó por su caridad hacia los pobres, su sencillez y austeridad, su devoción a la Eucaristía y a la Virgen. Cuando estalló la persecución religiosa, lo pasó muy mal, y el 24 de septiembre de 1936 lo detuvieron unos milicianos que lo asesinaron aquel mismo día en Rotglá-Corberá (Valencia). Antes, él abrazó y perdonó al que iba a ser su verdugo.
Beato José Ramón Ferragud Girbés. Nació en Algemesí (Valencia, España) el año 1887 en el seno de una familia modesta. Contrajo matrimonio y tuvo seis hijos, a los que educó cristianamente. Perteneció a varias asociaciones religiosas, frecuentó los sacramentos y las prácticas piadosas como el Rosario, colaboró en la parroquia. Trabajó incansable y eficazmente en el Sindicato de Obreros Católicos, tanto en su ámbito social como en el del apostolado. Cuando se desató la persecución religiosa, estuvo varias veces detenido y encarcelado, y el 24 de septiembre de 1936 fue asesinado en el término de Alcira (Valencia), por su profesión pública, incesante y decidida de su fe católica, y por su vida ejemplar de cristiano.
Beato José Ramón Pascual Ferrer Botella. Nació en Algemesí (Valencia, España) en 1894. De niño ingresó en el Colegio de las Escuelas Pías y después en el seminario de Valencia. Se ordenó de sacerdote en 1913. Ejerció su ministerio sobre todo en Algemesí. Restauró la iglesia de San Vicente, fundó asociaciones, trabajó incansablemente con la juventud, para la que tenía una escuela nocturna y para la que habilitó campos de deporte, visitaba a todos y daba cuanto tenía a los pobres. Desde julio de 1936 lo estuvieron molestando y persiguiendo los milicianos. En la cárcel confortó a los demás y ejerció su ministerio sacerdotal. El 24 de septiembre de 1936 lo fusilaron junto a otros presos en Albalat de la Ribera (Valencia).
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
En la última Cena, después que Jesús lavó los pies a los apóstoles, les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,12-15).
Pensamiento franciscano:
De las Admoniciones de san Francisco: «No he venido a ser servido, sino a servir, dice el Señor. Aquellos que han sido constituidos sobre los otros, gloríense de esa prelacía tanto, cuanto si hubiesen sido destinados al oficio de lavar los pies a los hermanos. Y cuanto más se turban por la pérdida de la prelacía que por la pérdida del oficio de lavar los pies, tanto más acumulan en la bolsa para peligro de su alma (cf. Jn 12,6)» (Adm 4).
Orar con la Iglesia:
Presentemos nuestras súplicas al Padre, recordando el momento en que el Verbo de Dios se abajó, se hizo carne y habitó entre nosotros.
-Por la Iglesia santa de Dios: para que reciba en su corazón y en su mente al Verbo divino a ejemplo de María, la Virgen creyente.
-Por todos aquellos a los que todavía no ha sido anunciado el Evangelio: para que Dios les envíe mensajeros de su palabra.
-Por los enfermos y los que sufren por cualquier causa: para que reciban con esperanza el anuncio de la encarnación y cercanía del Hijo de Dios.
-Por todos los creyentes: para que, atentos a la palabra de Dios, estemos siempre decididos a hacer su voluntad.
Oración: Dios Padre nuestro, acuérdate con bondad de tu Iglesia y de cuantos confiamos en la intercesión de aquella que fue anunciada como Madre virginal de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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LA EUCARISTÍA Y LA CARIDAD
Benedicto XVI, Ángelus del día 25 de septiembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
Prosiguiendo la reflexión sobre el misterio eucarístico, corazón de la vida cristiana, hoy quisiera ilustrar el vínculo entre la Eucaristía y la caridad. «Caridad» -en griego ágape, en latín cáritas- no significa en primer lugar el acto o el sentimiento benéfico, sino el don espiritual, el amor de Dios que el Espíritu Santo infunde en el corazón humano y que lo impulsa a entregarse a su vez a Dios mismo y al prójimo (cf. Rom 5,5).
Toda la existencia terrena de Jesús, desde su concepción hasta su muerte en la cruz, fue un único acto de amor, hasta tal punto que podemos resumir nuestra fe con estas palabras: Iesus Cáritas, Jesús Amor. En la última Cena, sabiendo que «había llegado su hora» (Jn 13,1), el divino Maestro dio a sus discípulos el ejemplo supremo de amor, lavándoles los pies, y les confió su más preciosa herencia, la Eucaristía, en la que se concentra todo el misterio pascual, como escribió el venerado Papa Juan Pablo II en la encíclicaEcclesia de Eucharistía (cf. n. 5).
«Tomad, comed: esto es mi cuerpo... Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre» (Mt 26,26-28). Las palabras de Jesús en el Cenáculo anticipan su muerte y manifiestan la conciencia con que la afrontó, transformándola en el don de sí, en el acto de amor que se entrega totalmente. En la Eucaristía, el Señor se entrega a nosotros con su cuerpo, su alma y su divinidad, y nosotros llegamos a ser una sola cosa con él y entre nosotros. Por eso, nuestra respuesta a su amor debe ser concreta, debe expresarse en una auténtica conversión al amor, en el perdón, en la acogida recíproca y en la atención a las necesidades de todos. Numerosas y múltiples son las formas del servicio que podemos prestar al prójimo en la vida diaria, con un poco de atención. Así, la Eucaristía se transforma en el manantial de la energía espiritual que renueva nuestra vida de cada día y renueva así también el mundo en el amor de Cristo.
Ejemplares testigos de este amor son los santos, que han sacado de la Eucaristía la fuerza de una caridad activa y, a menudo, heroica. Pienso ahora sobre todo en san Vicente de Paúl, cuya memoria litúrgica celebraremos pasado mañana [27 de septiembre]. San Vicente de Paúl dijo: «¡Qué alegría servir a la persona de Jesucristo en sus miembros pobres!». Y lo hizo con toda su vida. Pienso también en la beata madre Teresa [de Calcuta], fundadora de las Misioneras de la Caridad, que en los más pobres de entre los pobres amaba a Jesús, recibido y contemplado cada día en la Hostia consagrada.
Antes y más que todos los santos, la caridad divina colmó el corazón de la Virgen María. Después de la Anunciación, impulsada por Aquel que llevaba en su seno, la Madre del Verbo encarnado fue deprisa a visitar y ayudar a su prima Isabel. Oremos para que todo cristiano, alimentándose del Cuerpo y de la Sangre del Señor, crezca cada vez más en el amor a Dios y en el servicio generoso a los hermanos.
[Después del Ángelus] Saludo a los peregrinos de lengua española... Ante las catástrofes que afligen a tantos seres humanos, tened sentimientos de solidaridad y fraternidad, colaborando eficazmente, con espíritu generoso y caridad cristiana, a mitigar el dolor y superar las adversidades.
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PIEDRAS DEL EDIFICIO ETERNO
De los escritos de san Pío de Pietrelcina
Mediante asiduos golpes de cincel salutífero y cuidadoso despojo, el divino Artífice busca preparar piedras para construir un edificio eterno, como nuestra madre la santa Iglesia Católica, llena de ternura, canta en el himno del oficio de la dedicación de una iglesia [«¡Oh hermosas piedras bien labradas, / prueba tras prueba, golpe a golpe! / Cómo se ajustan en sus puestos / bajo la mano del artífice, / y permanecen duraderas / en los sagrados edificios»]. Y así es en verdad.
Toda alma destinada a la gloria eterna puede ser considerada una piedra constituida para levantar un edificio eterno. Al constructor que busca erigir una edificación le conviene ante todo pulir lo mejor posible las piedras que va a utilizar en la construcción. Lo consigue con el martillo y el cincel. Del mismo modo el Padre celeste actúa con las almas elegidas que, desde toda la eternidad, con suma sabiduría y providencia, han sido destinadas para la erección de un edificio eterno.
El alma, si quiere reinar con Cristo en la gloria eterna, ha de ser pulida con golpes de martillo y cincel, que el Artífice divino usa para preparar las piedras, es decir, las almas elegidas. ¿Cuáles son estos golpes de martillo y cincel? Hermana mía, las oscuridades, los miedos, las tentaciones, las tristezas del espíritu y los miedos espirituales, que tienen un cierto olor a enfermedad, y las molestias del cuerpo.
Dad gracias a la infinita piedad del Padre eterno que, de esta manera, conduce vuestra alma a la salvación. ¿Por qué no gloriarse de estas circunstancias benévolas del mejor de todos los padres? Abrid el corazón al médico celeste de las almas y, llenos de confianza, entregaos a sus santísimos brazos: como a los elegidos, os conduce a seguir de cerca a Jesús en el monte Calvario. Con alegría y emoción observo cómo actúa la gracia en vosotros.
No olvidéis que el Señor ha dispuesto todas las cosas que arrastran vuestras almas. No tengáis miedo a precipitaros en el mal o en la afrenta de Dios. Que os baste saber que en toda vuestra vida nunca habéis ofendido al Señor que, por el contrario, ha sido honrado más y más.
Si este benevolentísimo Esposo de vuestra alma se oculta, lo hace no porque quiera vengarse de vuestra maldad, tal como pensáis, sino porque pone a prueba todavía más vuestra fidelidad y constancia y, además, os cura de algunas enfermedades que no son consideradas tales por los ojos carnales, es decir, aquellas enfermedades y culpas de las que ni siquiera el justo está inmune. En efecto, dice la Escritura: «Siete veces cae el justo» (Prov 24,16).
Creedme que, si no os viera tan afligidos, me alegraría menos, porque entendería que el Señor os quiere dar menos piedras preciosas... Expulsad, como tentaciones, las dudas que os asaltan... Expulsad también las dudas que afectan a vuestra forma de vida, es decir, que no escucháis los llamamientos divinos y que os resistís a las dulces invitaciones del Esposo. Todas esas cosas no proceden del buen espíritu sino del malo. Se trata de diabólicas artes que intentan apartaros de la perfección o, al menos, entorpecer el camino hacia ella. ¡No abatáis el ánimo!
Cuando Jesús se manifieste, dadle gracias; si se oculta, dadle gracias: todas las cosas son delicadezas de su amor. Os deseo que entreguéis el espíritu con Jesús en la cruz: «Todo está cumplido» (Jn 19,30).
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LA VÍA DE LA CONVERSIÓN
EN SAN FRANCISCO DE ASÍS
«El Señor me llevó entre los leprosos»

por Lázaro Iriarte, OFMCap
LA EXPERIENCIA SUPREMA (I)
La Leyenda de los Tres Compañeros se introduce con el siguiente relato en esta nueva etapa de la conversión: «Hallándose cierto día en ferviente oración ante el Señor, percibió estas palabras: Francisco, todo lo que amaste carnalmente y todo lo que ambicionaste es preciso que lo desprecies y aborrezcas, si deseas conocer mi voluntad; y una vez que hayas comenzado a realizarlo, lo que antes te parecía suave y dulce se te hará insoportable y amargo, y en lo que hasta ahora hallabas repugnancia encontrarás gran dulcedumbre y suavidad inmensa» (TC 11). Lo que importa hacer notar aquí es que el vencimiento máximo de llegarse a los leprosos fue la experiencia decisiva en el triunfo de la gracia, la que le hizo dar la vuelta, valga la expresión.
He dicho vencimiento máximo. Toda la naturaleza de Francisco, delicada, hecha al refinamiento, se revolvía al espectáculo de las carnes putrefactas de un leproso. Celano, en la Vida I, recogiendo una confesión personal del santo, observa que «era tal entonces su repugnancia a la vista de los leprosos, que, al divisar desde dos millas de distancia una leprosería, se tapaba con las manos las narices para no sentir el hedor» (1 Cel 17). «Y aunque su compasión por ellos le llevaba a socorrerlos con limosnas, lo hacía por intermediario, volviendo el rostro a otra parte y tapándose las narices» (TC 11).
Cabalgaba un día por la llanura de Asís cuando le salió al camino un leproso. Era el momento de dar a Cristo la prueba decisiva de su disponibilidad para «conocer su voluntad». Haciéndose enorme violencia, se apeó del caballo, puso la limosna en la mano del leproso y se la besó; el leproso, a su vez, apretó contra sus labios la mano del bienhechor. Montando otra vez, Francisco prosiguió su camino con el alma llena de un sabor desconocido, llena de gozosa expansión.
Pocos días después busca él mismo la experiencia dirigiéndose al lazareto, probablemente el de San Lázaro de Arce, situado a tres kilómetros de Asís. Va bien provisto de dinero. Reuniendo a todos los leprosos, da a cada uno su limosna besándoles la mano.
Cristo se le ha revelado por fin en el pobre más pobre de la Edad Media. Desde ahora irá a encontrarse gustosamente con Él en los hermanos cristianos, los leprosos. Y ¡cómo le agradaba a Francisco designar con esta denominación popular a aquellas configuraciones vivas del Cristo paciente! Lo que a sus ojos los hacía más dignos de lástima no era, sin embargo, su pobreza ni sus dolencias, sino aquel alejamiento del consorcio humano a que se veían condenados como seres vitandos.
Comprendemos ahora mejor, en su contexto histórico, la afirmación inicial del Testamento: la transformación operada en el alma de Francisco fue fruto de su donación a los leprosos; y fue el Señor quien «le llevó entre ellos» para convertirle. Así es cómo «lo que antes le parecía amargo le fue convertido en dulcedumbre de alma y cuerpo». Descubierto el Cristo en el pobre, ya se halla preparado para descubrirlo como «Hermano», y «tal Hermano, que entregó su vida por sus ovejas» (2CtaF 56), en la imagen del Crucifijo de San Damián, cuya visión se refiere seguidamente en todas las fuentes biográficas. Celano le supone ya antes «enteramente transformado en su corazón», mientras san Buenaventura atribuye al episodio la «perfecta conversión a Dios».
Los Tres Compañeros refieren acto seguido, y como una resolución tomada como efecto de la visión, el viaje a Foligno con el caballo cargado de buena mercancía de paños; vende allí paños y caballo, y vuelto a la capilla de San Damián, entrega el importe al sacerdote pobrecito que cuida de ella; éste rehúsa quedarse con el dinero, y Francisco arroja las monedas, con un gesto de desprecio total, en el hueco de una ventana. Siguen luego los trágicos días de la furia de Pedro Bernardone, en que Francisco toma la decisión pública de entregarse a Dios, decisión que tiene su desenlace solemne ante el obispo, cuando el convertido, desnudo, entrega vestidos y dinero al padre, aquel dinero que aún creyó, por última vez, podía servir para remediar necesidades ajenas: «Hubiera querido el varón de Dios emplearlo en procurar alimento a los pobres y en reconstruir la capilla» (cf. 1 Cel 8-15).

La lección sobre el perdón que la Madre Teresa dejó en Albania
ROMA, 22 Sep. 14 (ACI/EWTN Noticias) .- El Papa Francisco visitó el domingo 21 de septiembre Albania, la tierra que vio nacer a la Madre Teresa de Calcuta. La beata perdonó al dictador comunista que no le permitió entrar en el país para despedirse de su madre en sus últimos días de vida
San Carlos de Sezze, Franciscano.-
Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze. Un día, una bandada de aves espantó a los bueyes que Carlos dirigía cuando estaba arando, y éstos arremetieron contra él con grave peligro de matarlo.
Cuando sintió que iba a perecer en el accidente, prometió a Dios que si le salvaba la vida, se haría religioso. Y milagrosamente quedó ileso.
Pidió entonces a unos religiosos franciscanos que le ayudaran a entrar en su Comunidad, y ellos lo invitaron a que fuese a Roma para que hable con el Superior de la Congregación.
Así lo hizo junto con tres compañeros más, y tras ser probados en la humildad tratándolos con mucha dureza, el Superior accedió a admitirlos.
Ante el pedido de varias personas, que le solicitaban incesantemente, redactase algunas normas para orar mejor y crecer en santidad, Carlos de Sezze publicó un folleto. Éste le causó diversas dificultades, por lo que casi es expulsado de su Comunidad.
Humillado, se arrodilló ante un Crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía: "¡Ánimo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el Paraíso!".



La petición más frecuente del Hermano Carlos a Dios era ésta: "¡Señor, enciéndeme en amor a Ti!". Y tanto la repitió, que un día durante la elevación de la Santa Hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón.
Al fin, los Superiores se convencieron de que este sencillo Religioso era un verdadero hombre de Dios, por lo que le permitieron escribir su autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca de la meditación.

El Papa Juan XXIII lo declaró Santo en 1959, porque su vida es un ejemplo de que aún en los oficios más humildes y en medio de humillaciones e incomprensiones, podemos llegar a un alto grado de santidad y ganarnos la gloria del Cielo.

San Pío de Pietrelcina, presbítero


El Padre Pío de Pietrelcina fue un hombre elegido por Cristo para llevar los padecimientos de la crucifixión en su cuerpo, durante 50 años de su vida. Las llagas en sus manos, en sus pies, y en el costado de su pecho eran permanentes, sangraban y no cicatrizaban, no supuraban, ni coagulaban. Durante su vida recibió el don de la bilocación, que es la posibilidad milagrosa de estar en dos sitios a la vez; el don de lenguas, por el cual podía darse a entender en diferentes idiomas, aunque nunca los hubiera aprendido; podía ver el corazón de los fieles, sus pecados y su arrepentimientos; curar enfermos. Amó incansablemente hasta las últimas consecuencias a Cristo y a sus "hijos espirituales".
Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre mediante la dirección espiritual de los fieles, la confesión y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.
En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la «Casa del Alivio del Sufrimiento», inaugurada el 5 de mayo de 1956. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: «En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios». La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.


Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.
El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.
Expresó su caridad acogiendo, a muchísimas personas que acudían a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos. Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas.
Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. Aceptó en silencio las numerosas intervenciones de las Autoridades y calló siempre ante las calumnias. Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir.
Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedeció en todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.
Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio de tanta admiración del mundo, repetía: «Quiero ser sólo un pobre fraile que reza».
Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente, en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente.
La muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. La concurrencia a su funeral fue extraordinaria.

FECHAS DE LA VIDA DEL PADRE PÍO

1887 (25 de mayo) Nace en Pietralcina (Benevento)
1903 (6 de enero) Se traslada a Morcone (Benevento) para iniciar el noviciado en los Capuchinos.
(22 de enero) Viste los " hábitos de prueba" y se convierte en Fray Pío de Pietralcina.
1904 (22 de enero) Pronuncia la profesión de votos simples.
(25 de enero) Se traslada a S. Elia en Pianisi (Campobasso) para iniciar "retórica".
1907 (27 de enero) Pronuncia la profesión de votos solemnes.
(finales de octubre) En Serracapriola (Foggia) para comenzar el estudio de la Sagrada Teología.
1908 (finales de noviembre) En Montefusco (Avellino) para continuar Teología.
(19 de diciembre) Recibe las Ordenes Menores en Benevento.
(21 de diciembre) Es subdiácono en la misma ciudad.
1909 Durante los primeros meses del año en Pietralcina, enfermo.
(18 de julio) Recibe el orden del diaconado en la iglesia del convento de Morcone.
1910 (10 de agosto) Ordenación sacerdotal en la capilla de los canónigos de la catedral de Benevento.
(14 de agosto) Primera Misa solemne en Pietralcina; en este año se producen las "primeras apariciones de estigmas" (cf. Epist. I, carta 44).
1911 (finales de octubre)Es enviado a Venafro, pero la enfermedad le obliga a permanecer casi continuamente en la cama. Tienen lugar hechos extraordinarios.
(7 de diciembre) Vuelve a Pietralcina.
1915 (25 de febrero) Por motivos de salud, obtiene el permiso de continuar fuera del convento, conservando el hábito capuchino.
(6 de noviembre) Es llamado a filas.
(6 de diciembre) Destinado a la 10ª compañía de Sanidad en Nápoles.
1916 (17 de febrero) En Foggia en el convento de S. Anna.
(4 de septiembre) En S. Giovanni Rotondo.
(18 de diciembre) Se reincorpora al cuerpo militar de Nápoles. Permisos y reincorporaciones hasta el 16 de marzo de 1918, baja por "doble broncoalveolitis".
1918 (5-7 de agosto) Transverberación..
(20 de septiembre) Estigmatización..
1919 (15-16 de mayo) Luigi Romanelli, primer médico que visita al Padre Pío después de la Estigmatización.
(26 de julio) Informe médico de Amico Bignami.
(9 de octubre) Visita médica de Giorgio Festa.
1922 (2 de junio) Primeras medidas del Santo Oficio.
1923 (31 de mayo) Después de una investigación, el Santo Oficio determina que no consta el "carácter sobrenatural de los hechos atribuidos al Padre Pío".
(17 de junio) Otros mandatos: el Padre Pío debe celebrar en la capilla interna del convento sin público y no contestará a las cartas dirigidas a él, ni directamente ni a través de otros.
(26 de junio) Como consecuencia de una manifestación popular, el Padre Pío celebra de nuevo en la iglesia.
(8 de agosto) El Padre Pío conoce la orden (fechada el 30 de julio) de trasladarse a Ancona, permaneciendo disponible.
(17 de agosto)Debido la agitación popular, se aplaza el traslado.
1929 (3 de enero) Muere en S. Giovanni Rotondo la madre del Padre Pío.
1931 (23 de mayo) El Padre Pío es privado del ejercicio de su ministerio, exceptuando la Santa Misa, que puede celebrar únicamente en la capilla interna del convento, y en privado.
1933 (16 de julio) El Padre Pío celebra la Santa Misa en la iglesia
1934 (25 de marzo) El Padre Pío vuelve a escuchar confesiones de hombres.
(12 de mayo) Y de mujeres.
1946 (7 de octubre) Muere el padre del Padre Pío en S. Giovanni Rotondo.
1947 (19 de mayo) Comienzo de los trabajos de nivelación para la construcción de la "Casa Sollievo della Sofferenza" (Casa Alivio del Sufrimiento).
1955 (31 de enero) Colocación de la primera piedra de la futura nueva iglesia del convento.
1956 (5 de mayo) Inauguración de la "Casa Sollievo della Sofferenza".
1959 (1 de julio) Consagración de la nueva iglesia.
1965 (17 de enero) El Padre Pío puede continuar celebrando la Misa en latín.
1966 (21 de noviembre) Puede celebrar en público, sentado.
1968 (29 de marzo) El Padre Pío empieza a usar una silla de ruedas, porque no siente las piernas.
(22 de septiembre) A las 5h, su última Misa; a las 18h su última bendición a la multitud en la iglesia
(23 de septiembre) A las 2'30h el Padre Pío, después de recibir el sacramento de la unción de los enfermos, muere serenamente con el santo Rosario en la mano y con "¡Jesús!…¡María!… " en los labios.
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Fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes.-
La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo.
San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una Orden dedicada a la merced, que significa obras de misericordia. Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes.
Muchos de los miembros de la Orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime, el Conquistador, y aconsejado por San Raimundo de Peñafort.
San Pedro Nolasco y sus frailes, muy devotos de la Virgen María, la tomaron como Patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús, el Liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre.
Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced, o Virgen Redentora.
En 1272, tras la muerte del Fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la Redención de los cautivos, pero son mas conocidos como mercedarios.



El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo General de la Merced, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra Orden".
Esta Comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido Mártires y Santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos.
El Padre Gaver en 1400, relata cómo La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser Liberadora a través de una Orden dedicada a la liberación.
Nolasco le pide ayuda a Dios y en signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una Orden Liberadora.
Desde el año 1259, los Padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes, la cual se extiende por el mundo.
Los mercedarios llegan al continente americano y pronto la devoción a la Virgen de la Merced se propaga ampliamente. En República Dominicana, Perú, Argentina y muchos otros países, la Virgen de la Merced es muy conocida y amada.
En España: En los últimos siglos de la Edad Media, los árabes tenían en su poder el sur, el levante español y sus vidas en vilo. Los turcos y sarracenos habían infestado el Mediterráneo y atacaban a los barcos que desembarcaban en las costas, llevándose cautivos a muchos.
Un alma caritativa, suscitada por Dios, a favor de los cautivos, fue San Pedro Nolasco, de Barcelona, llamado el Cónsul de la Libertad. Se preguntaba cómo poner remedio a tan triste situación y le rogaba insistentemente a la Virgen Maria.
Pronto empezó a actuar en la compra y rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía. La noche del primero de agosto de 1218, Nolasco, estando en oración, se le apareció la Virgen Maria, le animó en sus intentos y le transmitió el mandato de fundar la Orden Religiosa de la Merced para la redención de cautivos.
Pocos días después, Nolasco cumplía el mandato. Los mercedarios se comprometían con un cuarto voto: liberar a otros más cébiles en la fe, quedando como rehenes si fuera necesario.
De este modo, a través de los miembros de la Nueva Orden, la Virgen María, Madre y Corredentora, Medianera de todas las gracias, aliviaría a sus hijos cautivos y a todos los que suspiraban a Ella, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. A todos darìa la merced de su favor.
La Virgen María tendrá desde ahora la Advocación de la Merced, o más bello todavía, en plural: Nuestra Señora de las Mercedes, indicando así la abundancia incontable de sus gracias. ¡Hermosa advocación y hermoso nombre el de Mercedes!
Nuestra Señora de las Mercedes concedería a sus hijos la merced de la liberación. Alfonso X, el Sabio, decía que "sacar a los hombres de cautivo, es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de la Merced".
Bajo la protección de Nuestra Señora de la Merced, los frailes mercedarios realizaron una labor ingente, como ingentes fueron los sufrimientos de San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato y San Pedro Armengol. Y no faltaron Mártires como San Serapio, San Pedro Pascual y otros muchos.
El culto a Nuestra Señora de la Merced se extendió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia a partir del siglo XIII. En el año 1265, aparecieron las primera monjas mercedarias.
Los mercedarios estuvieron entre los primeros misioneros de América. En la Española o República Dominicana, por ejemplo, misionó Fray Gabriel Téllez, Tirso de Molina.
Barcelona se gloría de haber sido escogida por Nuestra Señora de la Merced como lugar de su aparición y la tiene por Celestial Patrona. ''¡Princesa de Barcelona, protegiu nostra ciutat!"
En el Museo de Valencia hay un cuadro de Vicente López, en el que varias figuras vuelven su rostro hacia la Virgen de la Merced, como implorándole, mientras la Virgen abre sus brazos y extiende su manto, cubriéndolos a todos con amor, reflejando así su título de Santa María de la Merced.
En Argentina: Tucumán fue fundada por don Diego de Villarreal en 1565, pero el día de Nuestra Señora de las Mercedes, en1685, fue trasladada al sitio actual.
El Cabildo, en 1687, nombró a Nuestra Señora de las Mercedes como Patrona y Abogada de la ciudad, por los muchos favores que la Virgen dispensó a los tucumanos.
La victoria argentina en la Batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812, es acreditada a Nuestra Señora de las Mercedes. En ella se decidió la suerte de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Los españoles eran unos tres mil y los argentinos apenas mil ochocientos. Belgrano, el general argentino, puso su confianza en Dios y en Nuestra Señora de las Mercedes, a quien eligió por Patrona de su Ejército.
En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día del combate, el general Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen. El ejército argentino obtuvo la victoria.
En el parte que transmitió al Gobierno, Belgrano hizo resaltar que la victoria se obtuvo el día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección se habían puesto las tropas.
El parte dice textualmente: "La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos ".
El general Belgrano dejó en manos de la imagen de la Virgen su bastón de mando. La entrega se efectuó durante una solemne procesión con todo el ejército, que terminó en el Campo de las Carreras, donde se había librado la batalla.
Belgrano se dirigió hacia las andas en que era conducida la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, y le entregó el bastón que llevaba, poniéndolo en las manos de la Virgen y proclamándola como Generala del Ejército.
Al tener conocimiento de estos actos de devoción, las religiosas de Buenos Aires remitieron a Belgrano cuatro mil escapularios de Nuestra Señora de la Merced, para que los distribuyeran a las tropas.
El batallón de Tucumán se congregó antes de partir rumbo a Salta frente al atrio del Templo de la Merced, donde se le entregaron los escapularios. Tanto los jefes como oficiales y tropas, los colocaron sobre sus uniformes.
El 20 de febrero de 1813, los argentinos que buscaban su independencia, se enfrentaron nuevamente con los españoles en Salta.
Antes de entrar en combate, Belgrano recordó a sus tropas el poder y valimiento de María Santísima, y les exhortó a poner en Ella su confianza. Formuló también el voto de ofrendarle los trofeos de la victoria, si por su intercesión la obtenía.
Con la ayuda de la Madre de Dios, vencieron nuevamente a los españoles y de las cinco banderas que cayeron en poder de Belgrano, una la destinó a Nuestra Señora de las Mercedes de Tucumán, dos a la Virgen de Luján y dos a la Catedral de Buenos Aires.
A partir del año 1812, el culto a Nuestra Señora de las Mercedes adquiere una gran solemnidad y popularidad.
En 1813, el Cabildo de Tucumán pide al gobierno eclesiástico la declaración del Vicepatronato de Nuestra Señora de las Mercedes, "que se venera en la Iglesia de su religión", y ordena de su parte que los poderes públicos celebren anualmente su fiesta el 24 de septiembre.
La Autoridad Eclesiástica, por decreto especial, declara el 4 de septiembre de 1813, festivo en homenaje a Nuestra Señora de las Mercedes, el 24 de septiembre.
Después del 31 de agosto de 1843, es declarada oficialmente Vicepatrona, jurando su día por festivo, disponiendo se celebre cada año una Misa solemne con asistencia del Magistrado, y sacando por la tarde la imagen de la Santísima Virgen en procesión, como prueba de gratitud por los beneficios dispensados.
Al cumplirse el centenario de la batalla y victoria de Tucumán, la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes fue coronada solemnemente en nombre del Papa San Pio X, en 1912.
El 22 de junio de 1943, el Presidente de la República, General Pedro P. Ramirez, por decreto aprobado el día anterior con sus ministros, dispuso por el artículo primero:
"Quedan reconocidas con el grado de Generala del Ejército Argentino, la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes y la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen".
Los artículos 2,3 y 5, se refieren a la imposición de la banda y faja, que corresponde a los generales de la nación. El gobierno Argentino proclama así, solemnemente ante el mundo, su religiosidad.
En 1945, el Gobierno Nacional designó a Nuestra Señora de las Mercedes Patrona Principal de la Aeronáutica Militar.
En Santa Fe, la imagen se venera en el Templo del Milagro, en Paraná se venera en la Catedral, en Córdoba en la Iglesia de los Padres Mercedarios, y así en muchos otros lugares.
Oración a Nuestra Señora de la Merced:
Generala del Ejército Argentino, a ti recurrimos, oh Virgen Generala de nuestros Ejércitos, para implorar tu maternal protección sobre esta Patria Argentina.
Te recordamos, que aquí se alzó el altar donde se glorificó a Jesús Eucarístico ante el mundo entero, que nuestra bandera se izó en la presencia augusta de tu divino Hijo y que los colores nacionales cruzan sobre tu pecho cual blasón de Generala del Ejército Argentino.
Por todo esto, te pedimos que protejas a nuestra Patria erigida según los designios divinos, y que del uno al otro confín, sepan los pueblos honrarla.
Que al postrarnos ante tu imagen de Virgen Generala, resuene esta unánime aclamación: ¡Tú eres la gloria de nuestra Patria! ¡Tú eres la honra de nuestro pueblo! ¡Tú, la Generala de nuestro Ejército!
En República Dominicana: Una de las imágenes de gran devoción en Santo Domingo y la más antigua, es la de Nuestra Señora de las Mercedes.
En marzo de 1495, Cristóbal Colón, acompañado por unos cuantos españoles, tuvo que enfrentar a un crecido número de indios acaudillados por un cacique. Levantaron una trinchera y junto a ella, colocaron una gran cruz de madera.
Los indios lograron desalojar a los españoles, quienes de inmediato se replegaron a un cerro. Mientras tanto, los indígenas prendieron fuego a la cruz y con hachas intentaban destruirla sin poder lograrlo.
Ante la agresividad de los indios, Colón y la mayoría de la tropa decidieron retirarse del lugar. Sin embargo, el mercedario Fray Juan Infante, confesor de Colón, que llevaba consigo una imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, exhortó a los españoles a seguir combatiendo, y les prometió la victoria en nombre de la Virgen.
Al día siguiente, las fuerzas de Colón obtuvieron una increíble victoria frente a los indígenas, quienes se dispersaron por los montes. Luego de este suceso, se construyó un Santuario a Nuestra Señora de las Mercedes, en la misma cumbre del cerro donde Colón colocó la milagrosa cruz.
En Perú: La devoción a Nuestra Señora de las Mercedes en este país, se remonta a los tiempos de la fundación de Lima. Consta que los Padres Mercedarios que llegaron al Perú junto con los conquistadores, habían edificado ya su primitiva iglesia conventual hacia 1535, templo que sirvió como la primera parroquia de Lima hasta la construcción de la Iglesia Mayor en 1540.
Los Mercedarios no sólo evangelizaron a la región, sino que fueron gestores del desarrollo de la ciudad, al edificar los hermosos templos que hoy se conservan como valioso patrimonio histórico, cultural y religioso.
Junto con estos frailes, llegó su Celestial Patrona, la Virgen de la Merced, Advocación Mariana del siglo XIII.
Esta Orden de la Merced, aprobada en 1235 como Orden militar por el Papa Gregorio IX, logró liberar a miles de cristianos prisioneros, convirtiéndose posteriormente en una, dedicada a las misiones, la enseñanza y a las labores en el campo social.
Los frailes mercedarios tomaron su hábito de las vestiduras que llevaba la Virgen en la aparición al fundador de la Orden.
La imagen de la Virgen de la Merced viste totalmente de blanco. Sobre su larga túnica lleva un escapulario en el que está impreso a la altura del pecho, el escudo de la Orden. Un manto blanco cubre sus hombros y su larga cabellera aparece velada por una fina mantilla de encajes.
En unas imágenes, se la representa de pie, y en otras, sentada. Unas veces se muestra con el Niño en los brazos, y otras, los tiene extendidos, mostrando un cetro real en la mano derecha y en la otra, unas cadenas abiertas, símbolo de liberación.
Esta es la apariencia de la hermosa imagen que se venera en la Basílica de la Merced, en la capital limeña, que fue entronizada a comienzos del siglo XVII, y que ha sido considerada como Patrona de la capital.
Fue proclamada en 1730 "Patrona de los Campos del Perú", "Patrona de las Armas de la República" en 1823, y al cumplirse el primer centenario de la independencia de la nación, la imagen fue solemnemente coronada, recibiendo el título de "Gran Mariscala del Perú" el día 24 de septiembre de 1921, Solemnidad de Nuestra Señora de la Merced.
Desde entonces, ha sido declarada fiesta nacional, ocasión en que cada año el ejército le rinde honores a su alta jerarquía militar de "Mariscala".
La imagen porta numerosas condecoraciones otorgadas por la República del Perú, sus gobernantes e instituciones nacionales.

En 1970, el Cabildo de Lima le otorgó las "Llaves de la ciudad", y en 1971, el Presidente de la República le impuso la Gran Cruz Peruana al Mérito Naval, gestos que demuestran el cariño y la devoción del Perú a esta Advocación, considerada por muchos, como su Patrona Nacional