EL CRISTO DE LAS MISERICORDIAS, POR SU BARRIO DE SANTA CRUZ EN EL VÍA CRUCIS
Muchos lo consideran el vía crucis más bonito de cuantos se celebran a lo largo de la Cuaresma (y antes de ella) en Sevilla. Y no es para menos, ya que el itinerario lo hace verdaderamente especial. Las calles del barrio de Santa Cruz, estrechas vías por las que no cabe un paso, acogieron el viernes el discurrir del Santísimo Cristo de las Misericordias durante el rezo del vía crucis.
Llevado a hombros por sus hermanos, sin ningún tipo de parihuela ni estructura que imposibilitaría que pasara por determinadas callejuelas, el crucificado de Pedro Roldán salió de su Parroquia de Santa Cruz a las ocho y media de la tarde con un cortejo reducido a la mínima expresión: cruz alzada entre ciriales, trío de música de capilla, cuerpo de acólitos y el Cristo entre los faroles que acompañan cada Martes Santo a la cruz de guía de la cofradía decana de esta jornada.
El itinerario llevó al Cristo de las Misericordias a encontrarse con esas calles, siempre llenas de turistas, y en esta ocasión, junto a los sorprendidos visitantes, iba un gran número de cofrades siguiendo a la imagen y cada una de las estaciones del vía crucis.
Por Mateos Gago, Mesón del Moro y Ximénez de Enciso, el cortejo alcanzó el Convento de las Teresas, nombre popular del que realmente se llama San José del Carmen. El Cristo de las Misericordias entró en el convento y las carmelitas descalzas que lo habitan tuvieron un momento de cercanía con el crucificado.
Posteriormente, salió para continuar su recorrido por las calles Santa Teresa, Plaza de Santa Cruz y Plaza Alfaro, en dirección al callejón del Agua. El trío de capilla interpretó al salir del convento una curiosa versión de la conocida marcha "Cristo en la Alcazaba", dedicada al crucificado de la Hermandad de Santa Cruz.
Desde el callejón del Agua, el Cristo de las Misericordias alcanzó Vida antes de internarse por Judería, esa calle que no es tal, sino un conjunto de giros y vueltas techadas y con apariencia más de singular patio de cortijo que de vía pública de una gran ciudad. Un escenario que se llenó casi podríamos decir que por encima de sus posibilidades hasta que el Cristo salió a la amplitud del Patio de Banderas, con la Giralda como testigo de excepción.
Del Patio de Banderas salió el crucificado a la Plaza del Triunfo y posteriormente subió la calle Joaquín Romero Murube, la antigua Alcazaba a la que hace alusión el título de la marcha de Fulgencio Morón, y se detuvo para el rezo de una nueva estación del vía crucis junto a su retablo cerámico de la Plaza de la Alianza, que estaba iluminado por una hilera de velas rojas, como ocurre cada Martes Santo durante la estación de penitencia.
El Coro del Ateneo de Sevilla recibió con sus cánticos al Cristo de las Misericordias en dicha plaza, e igualmente lo despidió tras el rezo de la estación. Para la despedida, optaron por la célebre pieza italiana "Signore delle cime", del compositor Giuseppe de Marzi.
Para el tramo final del vía crucis, el Cristo de las Misericordias tomó las calles Rodrigo Caro y Pasaje de Andreu, volviendo de nuevo por Ximénez de Enciso y Pasaje del Moro para salir a Mateos Gago.
A las once de la noche, el Cristo de las Misericordias regresaba a la Parroquia de Santa Cruz y era conducido al presbiterio, donde tuvo lugar el rezo de la última estación del vía crucis, con el templo prácticamente a oscuras y lleno de hermanos y devotos.