EL CRISTO DE LAS AGUAS REGRESÓ A SU CAPILLA TRAS LA FUNCIÓN EN LA CARIDAD


La Hermandad de las Aguas celebró el pasado sábado su tradicional vía crucis con la imagen de su crucificado titular por las calles del Arenal, en lo que también sirvió como traslado hasta la Iglesia de San Jorge, del Hospital de la Caridad, para la celebración de la función principal en su honor en la mañana del domingo.
Tras la función, tuvo lugar el breve traslado de regreso a la Capilla del Rosario, con el Cristo de las Aguas llevado en andas durante los pocos metros que separan la Caridad de su pequeño templo. Con el Cristo en el presbiterio de la Iglesia de San Jorge, los primeros hermanos encargados de portarlo le dieron la vuelta para sacarlo del templo con la cabeza por delante.
Después, la bajada de los escalones desde el atrio del propio templo hasta el de la zona del hospital ya sí se realizó en el sentido normal.





















Para salir a la calle Temprado, los cofrades que llevaban las andas tuvieron que bajarlas de los hombros a los brazos para que la cabeza del Cristo de las Aguas no diera con la reja que separa la calle del atrio. Superada la dificultad, pudo seguir el camino hacia la capilla antecedido únicamente por los acólitos.
Varios hermanos se fueron relevando durante el corto traslado, incluyendo al hermano mayor de las Aguas, Antonio Arrondo. Ya a la altura de la capilla, fue el turno de las mujeres de la hermandad, que también participaron en el traslado del crucificado de Antonio Illanes.























Fueron precisamente las hermanas las que se encargaron de devolver al Cristo de las Aguas al interior de su casa, girando previamente en el atrio, de forma que las rosas rojas que adornaban la base de la cruz fueron lo último que se vio en la calle mientras el crucificado cambiaba el intenso sol del mediodía por la penumbra de la capilla.












Una vez en el interior del templo y con el Cristo de las Aguas depositado en el suelo ante el altar en el que estaba en solitario la Virgen del Mayor Dolor, el hermano mayor fue el encargado de dar lectura a las meditaciones finales, con las que se puso el punto final al breve traslado de regreso.