EL CRISTO DE LA LANZADA PRESIDIÓ SU VÍA CRUCIS EN EL INTERIOR DE SAN MARTÍN


La lluvia intermitente que cayó sobre Sevilla en la tarde de ayer, sábado, impidió la salida del Santísimo Cristo de la Lanzada para el rezo del vía crucis por las calles. En su lugar, este vía crucis tuvo lugar en el interior de la Iglesia de San Martín de Tours, con el crucificado de Antonio Illanes llevado por sus hermanos sin las andas, sino directamente sobre sus hombros.
El Cristo de la Lanzada llevaba las potencias de oro y plata chapada en oro con zafiros estrenadas el pasado Miércoles Santo de 2016, labradas por Ramón León Peñuelas, y contaba con claveles rojos colocados en la base de la cruz.
El breve cortejo del vía crucis se componía de cruz alzada con manguilla entre ciriales, diez hermanos con hachetas y los acólitos con los seis ciriales del paso de palio de la Virgen del Buen Fin.



Las dos filas de bancos de la iglesia se unieron en una sola en el centro de la nave de forma que hubiera hueco a los lados para el discurrir del crucificado, que fue avanzando muy lentamente para poder repartir las catorce paradas de las estaciones del vía crucis en el reducido recorrido obligado por la lluvia.
Tras el rezo de la primera de las estaciones, un hermano cantó una saeta al Cristo de la Lanzada desde el presbiterio del templo con la letra del Padre Nuestro. Después, entre cada estación, fue un trío de capilla perteneciente a la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, el encargado de acompañar con sus sones este culto.
El Cristo avanzó hacia los pies del templo, donde ya ha comenzado el montaje de los dos pasos de la hermandad, por el lado del Evangelio, pasando después al lado de la Epístola en dirección de nuevo al altar mayor, mirando hacia la Virgen de la Esperanza Divina Enfermera, que se encuentra vestida de morado con motivo de la Cuaresma.
Con la llegada del Cristo de la Lanzada de nuevo al presbiterio, se leyó la última de las estaciones y se puso el punto final a este vía crucis.















Con un carácter más íntimo y recogido del previsto, la Hermandad de la Lanzada cumplió ayer con uno de los cultos anuales que recogen sus reglas, como es el vía crucis con la imagen de su crucificado titular, en un ambiente que no sólo no restó, sino que quizá contribuyó a intensificar la solemnidad y la sobriedad propias de una celebración como ésta.