Moniciones para el Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A Ciclo A Tiempo Ordinario Autor: P. Domingo Vásquez Morales | Fuente: Catholic.net | |
Moniciones para el Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A Entrada: El Señor trae para nosotros un mensaje que nos confronta con nuestra forma de ser. Te invita a un diálogo y a la acción. Son muchas las ocasiones en que contestaremos sin meditar en lo que decimos y la conciencia nos lleva a la conversión para actuar conforme al llamado de Dios y en armonía con las enseñanzas de Cristo. Te invito a que tu palabra y tu acción vayan de la mano para agradar más a Dios. Primera Lectura: Ezequiel 18, 25-28 (Si el malvado se convierte, salvará su vida) El profeta Ezequiel dice a cada uno de nosotros que la salvación es un trabajo continuo. Invita al justo a seguir siendo justo y al pecador a que se convierta. El Señor te juzgará de acuerdo a tus acciones al momento de rendir cuentas. Siempre hay tiempo para mejorar y cambiar nuestra forma de vida. Segunda Lectura: Filipenses 2, 1-11 (Manténganse unánimes y concordes) San Pablo nos continúa evangelizando hoy como lo hizo con la comunidad de Filipos, hace aproximadamente 2000 años. Sus señalamientos, tienen vigencia absoluta y son un reto que nos hace para ser mejores cristianos. Nos exhorta a tener los mismos sentimientos de Cristo y dice que nuestra recompensa será grande. Tercera Lectura: Mateo 21, 28-32 (Parábolas de los hijos enviados a la viña) San Mateo nos dice que es más importante el hacer que el decir. Lo ideal es que la palabra sea acompañada de la acción, lamentablemente, no es así, porque hemos aprendido a vivir de las apariencias y ante la invitación de Cristo a creer en Él, decimos si, pero no actuamos conforme a lo que nos dice el Evangelio. Podemos engañar a algunos, pero no al Señor que lo conoce todo. Sabe si tu palabra va de la mano de la acción. Oración universal A cada petición contestaremos: Señor, no me apartes de tu camino. Exhortación Final (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 186) Te damos gracias, Padre, por que nos llamas a vivir en comunión eclesial con los hermanos y nuestros pastores, y nos invitas a aportar calor fraterno a la convivencia y nuestra colaboración al servicio común del Evangelio. Queremos vivir unidos como hermanos en Cristo Jesús. Tú que eres más fuerte que nuestras divisiones, perdona nuestro desamor, recelos y desconfianzas mutuas. Concédenos, Señor, asumir nuestra propia responsabilidad, en la edificación interna de la comunidad cristiana. y en la difusión de tu Reino entre nuestros hermanos los hombres, bajo el impulso de Cristo resucitado. Amén. |