Lecturas Misa, Sábado 27 de Septiembre de 2014 by Administrador

Sábado 27 de Septiembre de 2014
San Vicente de Paúl, presbítero
Memoria obligatoria. Blanco
Vicente nació en Aquitania (Francia), el 24 de abril de 1581. A los 19 años recibió la ordenación sacerdotal. Cayó prisionero de los mahometanos primero y luego de los piratas. A pesar de haber estado muy cerca de la nobleza de París, fundó asociaciones para atender las necesidades de los pobres y enfermos: la confraternidad de las Damas de la Caridad, los Siervos de los pobres, la Congregación de los Sacerdotes de la Misión (Lazaristas) y las Hijas de la Caridad. Murió el 27 de septiembre de 1660.

Antífona de entrada          Cfr. Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres y a sanar a los que se arrepienten de corazón.


Oración colecta

Dios nuestro, que para el servicio de los pobres y la formación del clero infundiste las virtudes apostólicas en el presbítero san Vicente de Paúl, concédenos que, animados por su mismo espíritu, amemos lo que él amó y pongamos por obra lo que enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Lectura        Ecl 11, 9?12, 8

Lectura del libro del Eclesiastés.
Alégrate, muchacho, mientras eres joven, y que tu corazón sea feliz en tus años juveniles. Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es un incentivo para tus ojos; pero ten presente que por todo eso Dios te llamará a juicio. Aparta de tu corazón la tristeza y aleja de tu carne el dolor, porque la juventud y la aurora de la vida pasan fugazmente. Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días penosos y vengan los años en los que dirás: “No encuentro en ellos ningún placer”; antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes cargadas de lluvia. En aquel día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres vigorosos; se detendrán las moledoras, que ya serán pocas, y se oscurecerán las que miran por las ventanas; se cerrarán las puertas de la calle, mientras declina el ruido del molino; cesará el canto de los pájaros y enmudecerán las que entonan canciones. Entonces se temerán las cuestas empinadas y los terrores acecharán por el camino. El almendro estará florecido, se pondrá pesada la langosta y la alcaparra perderá su eficacia. Porque el hombre se va a su morada eterna, mientras las plañideras rondan por la calle. Sí, acuérdate de él antes que se corte la hebra de plata y se quiebre la ampolla de oro, antes que se haga pedazos el cántaro en la fuente y se rompa la cuerda del aljibe; antes que el polvo vuelva a la tierra, como lo que es, y el aliento vuelva a Dios, porque es él quien lo dio. ¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Nada más que vanidad!
Palabra de Dios.

Comentario

Nuevamente Qohelet trata de ubicarse ante la vida. Una vida efímera, que al final se llevará no solo nuestra juventud, sino también nuestras glorias y triunfos. Nada es eterno. Por eso nos invita a ver a nuestro Creador, el único Eterno, que nos hizo para él, y de quien dependen todas las cosas.

 

Salmo 89, 3-6. 12-14. 17

R. ¡Tú has sido nuestro refugio, Señor!

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche. R.
Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar
la obra de nuestras manos. R.

Aleluya        cf. 2Tim 1, 10

Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte e hizo brillar la vida, mediante la Buena Noticia. Aleluya.

Evangelio     Lc 9, 43-45

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”. Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les resulta­ba oscuro, de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
Palabra del Señor.

Comentario

Jesús no adivinó su futuro. Ni tuvo una visión de su muerte. Pudo prever este desenlace fatal porque sabía muy bien lo que estaba haciendo y diciendo. Y la grandeza de Jesús se demuestra en que no dejó de hacer ni de decir aquello que lo llevaría a la cruz.

Oración sobre las ofrendas

Dios nuestro, que diste a san Vicente la gracia de realizar en su vida lo que celebraba en estos santos misterios, concédenos, por este sacrificio, ser transformados en una ofrenda agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Sal 106, 8-9

Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.

Oración después de la comunión

Renovados con este sacramento celestial, te suplicamos, Dios nuestro, que, para imitar a tu Hijo en la evangelización a los pobres, siguiendo el ejemplo de san Vicente, recibamos la ayuda de su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor.