Diario de un NO tan mal año.


I . Ella
Ella tiene nombre, estuvo en mucho de mis días y momentos, orgasmos y alegrías. Hablábamos tendidamente frente a un cenicero repleto, un café en su tiempo, un vaso de agua con hielo cuando el clima así lo exigió.
Deseaba amarle, deseaba que su rostro fuera mi anhelo, pero algo en mi así no lo quiso. Las pasiones pasadas o las eternas trancas hicieron que su cuerpo y su voz sólo llegaran a amistad.
No niego que la amo, amo su cordura, su prematura madurez, su locura, su insinuante ternura; le tengo gran aprecio a sus besos que me recordaron la pasión, adoro sus caricias, su sonrisa, su vergüenza. La valoro como quién estuvo cuando nadie más se digno en aparecer, quién recogió mis pedazos y se rió de mis penas. A quien ofendí más de una vez, a quien me  arrepiento de ofender.
Ella a quién me hubiera encantado amar, quién amó tal vez sin correspondencia, quién siguió soportando a pesar de ello.