En casa hasta los 30 y más allá

«Mientras vivas en mi casa harás lo que yo diga», dijo una vez una madre, sin poder imaginar que en 2014 la mayoría de los jóvenes al filo de los 30 años seguiría viviendo bajo el techo de sus progenitores. De hecho, son ocho de cada diez. O lo que es lo mismo: solamente un 22% de los menores de 30 años vive fuera del hogar familiar. Y cuando se pasa de esa edad, aún un 25,5% de los españoles de entre 30 y 34 años no se ha independizado.
Son las cifras que arroja el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud, que advierte de que se trata de la tasa de emancipación más baja de la última década. «Es una cifra alarmante y sorprendente», dice su presidente, Héctor Saz. Alarmante, porque son más de cinco millones de jóvenes los que siguen en casa de sus padres; y sorprendente, porque la emancipación desciende a pesar de que están mejorando sus dos referentes directos: la vivienda y el empleo.
Si los precios de compra y alquiler de vivienda siguen cayendo -en torno a un 4% en el último año- y si el desempleo juvenil ha bajado en cuatro puntos con respecto a 2013 -de un 46% a un 42%-, ¿por qué sigue aumentando el número de jóvenes que no salen del lecho materno?
Las mujeres jóvenes se independizan el doble que los hombres
Los expertos señalan a la precariedad del mercado laboral y, sobre todo, a la temporalidad de los contratos. «Un trabajo de seis meses no permite la emancipación», explica Saz, «porque no pueden arriesgarse a firmar un alquiler de un año, tener que dejarlo antes de tiempo y perder una fianza de 1.000 euros».
Y ocurre que la mayoría de los nuevos contratos realizados en 2014 (el 92%) fueron temporales, en sus diferentes modalidades: obra y servicio, eventuales, de interinidad, colaboración o en prácticas.
Temporales y de muy corta duración. Sólo el 16% de los jóvenes puede presumir, en su currículum, de haber trabajado más de un año en la misma empresa. La mayoría, ocho de cada diez, no supera el crítico umbral de los 12 meses.
Más lejana aún se presenta la idea de aventurarse a la compra de una vivienda. «En zonas urbanas y capitales es imposible», afirma el presidente del Consejo de la Juventud. Con lo que cobra de media un joven español -11.858 euros al año- tendría que dedicar el 61,5% de su salario a pagar la hipoteca, y el 52,1% en el caso de un alquiler. Es decir, «el doble de lo que recomiendan los expertos», explica Saz, que sitúa en un 30% el porcentaje máximo para evitar el endeudamiento.
Echen cuentas. Si un joven cobra 1.100 euros al mes, debería destinar un máximo de 330 euros al pago de la hipoteca si no quiere terminar debiendo dinero. Sin embargo, según el estudio, «ninguno» de los jóvenes asalariados de estas edades podría. «Ni siquiera los que cobran mayores sueldos», argumenta Joffre López, el sociólogo encargado del estudio.
En el caso del alquiler, ocurre algo parecido. Teniendo en cuenta que la renta media son 515 euros, «sólo el 10% de los jóvenes con mayores ingresos podría pagar mes a mes su renta sin endeudarse», explica López. Los números difícilmente salen.

Sobrecualificación

Tampoco se lanzan a la aventura de la independencia, según los expertos, por la sobrecualificación. Más de la mitad de los jóvenes desempeña trabajos que requieren menos formación de la que tienen y están peor pagados de lo que les correspondería por su nivel formativo.
Todos conocemos a un médico que trabaja como camarero y a un ingeniero que reparte pizzas. «Es raro que no te atienda un licenciado cuando vas a tomarte una caña», lamenta Saz. Esto, explica, tiene como consecuencia directa la emigración.
Si España fue algún día un país receptor de jóvenes, hoy son más los que van a buscarse la vida fuera que los que llegan. En el primer trimestre de 2014 se fueron 10.000 jóvenes más de los que entraron. Según Saz, «España se está desangrando por la frontera».
Esto demuestra que «no son menos currantes que las generaciones anteriores», argumenta Saz, una crítica a la que se enfrentan a menudo los jóvenes. Sus padres, en los 80, «vivieron una etapa de crecimiento mundial, ellos están viviendo una crisis». Un dato muy relevante es que alrededor del 75% de los jóvenes sigue buscando formación. Así que de comodidad «nada de nada», dice el presidente de la organización. «Seguir con los padres a los 28 ó 29 años bloquea y frustra».
Pero si hay un grupo que está sufriendo especialmente el impacto de la crisis económica, y con ella la de la emancipación, son los jóvenes de entre 16 y 24 años y con formación primaria. El 56,6% de ellos está en paro, frente a, por ejemplo, el 28,6% de los jóvenes con estudios superiores. «Antes no tenían problema para encontrar trabajo en la construcción. Ahora lo tienen muy difícil».

La crisis del ladrillo

Las que más se independizan son las mujeres, que lo hacen casi el doble que ellos: 598.867 hombres se fueron de casa en el primer semestre de 2014, frente a 907.373 mujeres. Ellas «siempre» han sido más valientes que ellos, pero cambia la motivación. «Antes era por el patrón matrimonio previo a la emancipación, ahora por la crisis del ladrillo», dice el sociólogo encargado del estudio.
Eso, aunque la tasa de ocupación es muy similar en hombres y en mujeres, y a pesar de que ellas son las más perjudicadas por la precariedad del mercado laboral. El 60% de las jóvenes desempeña trabajos que requieren menor cualificación de la que tienen por su formación.
Y como los gastos compartidos son menos gastos, el 80% de los jóvenes que opta por emanciparse lo hace junto a otras personas, ya sea en un piso compartido o con su pareja. Lo que facilita el acceso a los alquileres y, sobre todo, a la compra. Así, en pareja, casi el 20% de los emancipados asalariados podría permitírselo sin riesgo de endeudarse. Un porcentaje aún mayor si se trata de un alquiler -hasta el 30% de los jóvenes-. Por el contrario, sólo tres de cada diez optan por irse en solitario y hacer frente a todos los gastos del hogar.

Los más lanzados y los menos


Por comunidades autónomas, los jóvenes de Baleares son los más lanzados a la hora de decir adiós a sus padres. Tres de cada diez abandonaron el hogar familiar este año, a pesar de que los precios de los alquileres y de la vivienda libre son de los más elevados de España. También los catalanes y los aragoneses están a la cabeza en cuanto a emancipación se refiere. Uno de cada cuatro jóvenes de estas comunidades se ha ido de casa este año. En el otro lado, los que menos se van son los extremeños y los castellano-leoneses. Sólo el 19% de ellos reside en una vivienda diferente a la de sus padres, y eso que los precios de alquiler y compra en estas regiones son de los más bajos de España.