A diez meses del fin de la condena


| Actualizado 16 Febrero 2014 - 01:00 h.
Vista de las instalaciones de Fene, que tienen prohibida la construcción naval convencional desde 1987    J.Meis
Vista de las instalaciones de Fene, que tienen prohibida la construcción naval convencional desde 1987 J.Meis
El próximo 1 de enero de 2015 termina el veto a Navantia. Finaliza la vigencia del acuerdo suscrito por el Gobierno español y la Comisión Europa según el cual, por un lado “Fene y San Fernando se dedicarán únicamente a la producción militar” y, por otro, “las ventas civiles de Navantia se limitarán como máximo al 20% de su facturación global”. Pese a su simpleza, estas dos condiciones no han dejado de suscitar controversia. Ni en el último año de la condena, ni en el seno de la propia compañía tienen claras sus implicaciones.

Consecuencia de ello es que inicialmente se planificase el trabajo de construcción del flotel para Pemex repartiendo los bloques entre Ferrol y Fene, para ordenar después un cambio de rumbo que deja a la antigua Astano fuera del proyecto invocando al veto europeo. También se daba por hecho que Fene participaría en los cuatro buques gaseros para Gas Natural Repsol que finalmente fueron para astilleros asiáticos. En ese caso, el presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, señaló en el curso de una reunión con el comité intercentros que habría que hacer esos barcos “a precios internacionales” y que sería necesario, además, consultar a Bruselas.
Se aludía en ese caso a la consulta como un mero trámite, mientras para el dique flotante las restricciones comunitarias son un muro infranqueable y la SEPI ha invertido ya más de un año y medio en tratar de resolver dicha cuestión. Fue en mayo de 2012 cuando el presidente del holding estatal, Ramón Aguirre, se comprometió en Ferrol a crear las comisiones técnicas que tendrían que aclarar en tres meses si el proyecto es viable. Quedó claro que lo es técnica y económicamente, porque la infraestructura tendría mercado y podría amortizarse en un plazo razonable, de manera que el veto pasó a ser el auténtico escollo.

¿Desaparecerá esta losa el próximo 1 de enero de 2015? Tanto desde el comité de empresa de la propia Navantia Fene como por parte de Esquerda Unida se han hecho sonar estos días todas las alarmas. La parte social recuerda que el veto al astillero de Fene existe desde el año 87, antes que el acuerdo suscrito a raíz del nacimiento de Navantia en 2004, y la formación política volvió a poner sobre la mesa una respuesta del Gobierno, fechada en 2012, en la que señala que para construir el dique flotante después de 2015 “habrá que comprobar los posibles condicionamientos que imponga la UE en el momento del levantamiento de veto”.

ni gasero ni eólica marina
Si algo ha quedado claro en estos diez años es que el astillero de Fene es el patito feo del sector naval español. Una factoría que en los 80 daba empleo directo a 6.000 personas cuenta ahora con poco más de 200 de la principal y la presencia de auxiliares prácticamente reducida a las contratas de limpieza y seguridad. Su grúa pórtico, construida hace más de cuatro décadas y que en su momento se convirtió en la más grande de Europa, es hoy el perenne recordatorio de que no hay ningún barco a su sombra. Han pasado más de diez años desde la última obra, la plataforma “Statoil”, y la última decisión de Navantia con respecto al flotel deja claro que no habrá faena en el presente 2014.
Es así porque pertenecen también al sector civil las únicas opciones que actualmente Navantia tiene abiertas para conseguir más ocupación este año. Es el caso del posible contrato con Iberdrola. La compañía española va a construir el parque eólico marino de Wikinger, en el Mar del Norte, y Navantia aspira a hacerse con el encargo de 29 plataformas de soporte para los aerogeneradores (los llamados jackets) y de dos subestaciones flotantes, que representaría 1,9 millones de horas de trabajo.
La otra opción es el quinto gasero que Gas Natural accedió a negociar con Navantia después de que los cuatro anteriores se fueran, vía las navieras Elcano y Knutsen, a astilleros asiáticos. En este caso, el buque representaría en torno a unos dos millones de horas de trabajo y a estas alturas parece claro que el grueso del proyecto se ejecutaría en Cádiz.
El flotel cubre apenas la cuarta parte de la subactividad que se había previsto en los astilleros públicos de la ría para el presente año 2014, si bien la decisión de mantener este trabajo íntegramente en Ferrol dispara el temor sobre cuál es el futuro de Fene y vuelve a hacer vigente aquella célebre pintada: “Could you say me por qué Astano non fai barcos?”.