Astilleros de la ría ferrolana, la historia de dos siglos de crisis cíclicas

Instalaciones de Navantia.
Instalaciones de Navantia.
"La situación por la que atraviesa el Ferrol desde hace algunos años no puede ser más desconsoladora. Olvidado por completo de los Gobiernos que vienen sucediéndose y sin que nadie se interese por su porvenir, se le ve decaer de día en día, sin que a nadie preocupe la triste suerte que a todos nos espera. Nuestros magníficos arsenales, creados en  nuestra espaciosa y abrigada ría por el genio de Ensenada se hallan en el más punible abandono". Esta que parece una reflexión actual está datada sin embargo en el año 1894 y extraída de las páginas del periódico ferrolano El Correo Gallego. Pero es que el mismo contenido nos los encontramos si seguimos hurgando en años sucesivos hasta llegar a nuestros días.
Apostolado
Desde que a mediados del siglo XVIII se construyeran los astilleros de Esteiro, debutando con ¡la construcción de 12 navíos!, operación que recibió el nombre de Apostolado, nos encontramos con que en 1795 se produce la crisis más larga debido al mal estado de la Hacienda. Pasaría medio siglo para que en 1847, con el marqués de Molins de ministro de Marina, se reactivase la construcción naval. De nuevo, con el desastre colonial de 1898 vuelve el colapso hasta que en los inicios del siglo XX, concretamente en 1909 se decreta la Ley de creación de la Escuadra, bajo el Gobierno de Maura, período productivo que se mantiene hasta la primera Guerra Mundial (1914) en que vuelve a vaciarse la cartera de pedidos. En la dictadura de Primo de Rivera (1923) los astilleros desarrollan importante actividad, vinculada a los programas navales, mientras que en la República se produce otra paralización.
Bazán y Astano
Tras la Guerra Civil se crea la Empresa Nacional Bazán, en 1947, y en 1941 se funda Astano y ambas factorías constituyen el soporte económico de Ferrolterra hasta los años setenta en que se producen los primeros avisos de la crisis que acaban con el decreto de la Reconversión en los años ochenta y la caída en picado del empleo, que, salvo treguas esporádicas, no ha parado hasta nuestros días. La historia de los astilleros de la ría ferrolana es la historia de un movimiento pendular, de unos dientes de sierra que alcanzan altura cuando se registran encargos en los astilleros y retornan al valle cuando fallan los pedidos. Cuando esa crónica con la que arrancábamos se escribía, Ferrol era la capital del primer Departamento marítimo de España y el segundo pueblo de Galicia en importancia. Triste comparativa con la situación actual.