Recuerdo haber destrozado cuatro o cinco sobrecitos de azúcar. Cuyo contenido, ahora reposaba en el fondo del café con leche que habíamos ido a tomar, refugiándonos de aquella fría tarde otoñal. Lleve a cabo la matanza, mientras vos me preguntabas por mi "pasado" (como si pudiera llamarse así). El tal, que entre risas debí haberte dicho que nunca existió.
Colorada, como siempre me pongo cuando estoy nerviosa o avergonzada. Te pregunte sobre el tuyo, y en los pocos segundos que tardaste en empezar a contarme, me di cuenta que era igual o muy parecido al mio.
Supongo, que habrá sido ese día o quizás.. los que le siguieron, que cada uno no pudo conseguir ese pasado. Porque todavía, dos años después de la masacre, seguimos siendo nuestro presente.