Here come the sun ♪


El sol daba a conocer sus primeros rayos dorados, de ese día que para ella todavía no había comenzado, porque tampoco había terminado. Recostada boca abajo, sentía como la arena le entumecía su mejilla. Pero estaba demasiado cansada como para cambiar de posición.
De tanto en tanto sus ojitos verdes revoloteaban buscando a su angel de la guarda, como le gustaba llamarlo. Quien la observaba con una mezcla de cariño y fragilidad . Solo eso le bastaba para tranquilizarla. Mientras el suave sonido del viento, junto con el ir y venir de las olas, le provocaba una inaudita somnolencia.


Era un momento magico simplemente.