COMPRENSIÓN LECTORA


Nos gustan las polémicas. Y cuanto más vacías y estériles, mejor. Y cuanto más podamos retorcer la realidad, buscarle tres pies al gato y descontextualizarlo todo para generar ruido y no llegar al fondo del asunto, mejor que mejor.
Ahora a algunos les ha dado por el obispo de Salamanca, Carlos López, a quien no tengo el gusto de conocer, pero que, digámoslo ya, ha dicho lo que ha dicho por una razón muy simple: porque tiene sentido común. O lo que es lo mismo: más razón que un santo.
Por si alguno todavía no se ha enterado, pese a que la "noticia" ha saltado desde la prensa local salmantina a la prensa, radio y televisión nacional, lo que este buen hombre ha dicho es que le chirría escuchar a capataces (jefes de paso se llaman allí) salmantinos perder su sobrio acento castellano cuando se ponen ante las imágenes procesionales y sustituirlo por un impostado acento andaluz que ni les pega ni tiene ningún sentido saliendo por sus bocas.
Esto, pero dicho con otras palabras que algunos tratan de manipular para llenar de contenido sus medios de comunicación, es lo único que ha pretendido decir el obispo de Salamanca, que lo que viene a defender son las tradiciones y el lenguaje propio, en lugar de tener que importar otros usos y costumbres que nada tienen que ver con las raíces cofradieras de la vieja Castilla.
Pero, claro, hete aquí que a partir de semejante toque de atención del obispo a las 17 hermandades que componen la Semana Santa de la capital charra, aquí en el sur algunos han puesto el grito en el cielo. Y todo por una frase del obispo recogida por La Gaceta de Salamanca en la que dice lo siguiente: "No se entiende que durante todo el año se hable con normalidad y ese día concreto se utilice un acento que nada tiene que ver con la ciudad en la que vivimos; y como no es el nuestro, y por consiguiente no estamos acostumbrados a ello, lógicamente suena incluso mal".
¡Lo que ha dicho el obispo! ¡Que el acento andaluz suena mal! Pues sí, Suena mal. Un andaluz hablando en andaluz suena estupendamente bien. Pero un salmantino, de ésos que en su día a día pronuncian todas las eses, suena mal cuando imita el acento andaluz diciendo expresiones andaluzas. Yo diría más: suena fatal.
No conozco la Semana Santa de Salamanca, pero por razones laborales sí la de Ciudad Real. Allí ocurre exactamente lo mismo: capataces de acento manchego (más particular todavía que el castellano viejo) hablan de una forma que no es la suya cuando están delante de un paso. Y no es ya sólo cuestión del acento: uno ha tenido incluso la ocasión de escuchar cómo el capataz de la Virgen de la Esperanza de Ciudad Real le decía a sus costaleros: "¡roneando con la Señora!"; como si en lugar de estar ante la Esperanza de dicha ciudad manchega estuviera ante la Esperanza de Triana una Madrugá. Eso, como dice acertadamente el obispo de Salamanca, suena mal. Por no hablar del remedo de Feria de Abril que también se organizaba (ignoro si se sigue haciendo) en la capital ciudadrealeña. Pero ésa es otra historia.
Al final, lo único que está reclamando el obispo es que los cofrades salmantinos no renuncien a su personalidad ni a sus señas de identidad. Otro tema es si un obispo tiene que ocuparse de esas cosas o no. Hay sus opiniones. La mía, desde luego, es que por supuesto tiene todo el derecho a comentarlas.
Pero, insisto, a poco que uno tenga un mínimo de comprensión lectora cuando lee las palabras dichas por el obispo y reproducidas por La Gaceta de Salamanca, no cabe duda alguna de su propósito: defender, como hacemos todos, la idiosincrasia, la cultura y las tradiciones de su tierra. Ah, y también el habla. Claro está.