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27 de septiembre, Beato Hermano Escubilión

El Hermano de La Salle Escubilión Rousseau, nacido en Francia, desarrolla su misión como educador en la entonces isla francesa de la Reunión, en el Océano Índico. Hubiera pasado desapercibido como muchos otros hermanos si no hubiera sido porque se dedicó a sacar de la esclavitud a través de la educación en una época en la que todavía se comerciaba con personas. Una mente avanzada para su tiempo y un corazón anclado en el amor a los más necesitados.

Para recordarlo, podemos hacer la reseña de su vida, que aquí os dejo. Pero también podemos intentar actualizar su misión haciendo ver a nuestros alumnos que hoy siguen existiendo numerosas formas de escalvidtud. Incluso pervive la compra - venta de personas en algunas zonas del planeta, como si de mercancías se trataran. Es bueno hacerles ver que las esclavitudes no son un legado del pasado, sino una realidad que a lo peor estamos fomentando con nuestras actitudes en le presente. Os dejo un documento que puede servir de apoyo de la editorial SM a propósito de lo actual de la realidad de la esclavitud.

RESEÑA BIOGRÁFIA DEL H. ESCUBILIÓN

DOCUMENTO PARA TRABAJAR EL TEMA DE LA ESCLAVITUD
San Miguel, San Rafael y San Gabriel.-
SAN MIGUEL ARCÁNGEL
La fiesta a la que nos referimos hoy, se ha celebrado con gran solemnidad a fines de septiembre, desde el siglo sexto, por lo menos.
El Martirologio Romano afirma, que la festividad celebra la dedicación de una Basílica en honor de San Miguel, a unos 10 kilómetros al norte de Roma.
En el oriente, donde antaño se tenía al Arcángel como Protector de los enfermos, -actualmente se le considera como Capitán de las Legiones Celestiales y Patrón de los soldados-, la veneración a San Miguel es todavía más antigua.
Aunque solamente a San Miguel Arcángel se le menciona como titular de la festividad, en las oraciones que pronuncian los fieles en la Misa, también están comprendidos todos los Ángeles buenos y el glorioso Ángel tutelar de la Iglesia.
En esas oraciones se pide que demos gracias a Dios por la gloria de que gozan los Ángeles, alegrándonos, así como también se nos invita a honrarlos, implorando su intercesión y ayuda.
SAN GABRIEL ARCÁNGEL
Por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, se ordenó que la fiesta de San Gabriel Arcángel fuera considerada en el futuro como doble de primera clase a partir del 24 de marzo, para toda la Iglesia occidental.



Según el Profeta Daniel (véase Daniel 9,21), fue Gabriel el que anunció el tiempo de la venida del Mesías. Fue él de nuevo, quien se apareció a Zacarías, "estando de pie a la derecha del altar del incienso" (véase San Lucas 1, 10-19), para darle a conocer el futuro nacimiento del Precursor.
Y finalmente, se trató del Arcángel que como embajador de Dios, fue enviado a María en Nazareth, para proclamar el misterio de la Encarnación (véase San Lucas 1,26-38).
Luego, es apropiado que Gabriel sea honrado en este día que precede a la fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen.
Por otro lado, existe evidencia arqueológica de que el culto a San Gabriel no es en ningún sentido una innovación. Hay muchas representaciones del Ángel en el arte primitivo cristiano, tanto de oriente como de occidente.
Este Mensajero del Cielo es también el Santo Patrón de los que trabajan en los servicios postales, de telégrafos y teléfonos.
SAN RAFAEL ARCÁNGEL
La Biblia sólo menciona por su nombre a tres de los siete Arcángeles, que según la tradición judío cristiana, se hallan más cerca del trono de Dios: Miguel, Gabriel y Rafael.
En el Libro de Tobías se cuenta que Dios envió a San Rafael a ayudar al anciano Tobías, quien estaba ciego, hallándose en una gran aflicción, y a Sarah, la hija de Raquel, cuyos siete maridos habían muerto la noche del día de bodas.
San Rafael tomó la forma humana, y se hizo llamar Azarías. Éste acompañó a Tobías en su viaje, le ayudó en sus dificultades y le explicó cómo podía casarse con Sara sin peligro alguno.

En el libro de Tobías, el mismo Arcángel se describe como "uno de los siete que están en la presencia del Señor"(véase Tobit 12,15).

Capturao vamos a volver a discutir  sobre Emma Watson y su discurso ante las Naciones Unidas. Creo que todos estamos de acuerdo con que el discurso tiene muchos elementos con los que todos estamos de acuerdo: ¿Quién en su sano juicio estaría a favor de que una mujer gane menos que un hombre por el mismo trabajo? […]
San Wenceslao, mártir. San Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires

Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.
 

El joven príncipe, que nació en Bohemia hacia el año 907, personifica el ideaI del héroe nacional, valientemente comprometido en la promoción cultural y religiosa del pueblo eslavo.
Cuando se derrumbó el reino moravio, en el 895 los príncipes bohemios, entrando en el juego diplomático de las potencies de ese entonces, se aliaron con el fuerte reino franco, y adoptando los principios de las antiguas civilizaciones comenzaron el proceso de europeización de los Estados de Europa central.
Lider de esta política de visión hacia el futuro fue el joven duque de Bohemia, Wenceslao. El había sido educado cristianamente por la abuela Ludmila, venerada como santa. Tan pronto tuvo la edad requerida, sucedió al padre después de la breve regencia de la madre Draomira. Mujer intrigante, Draomira prefería al segundo hijo, Boleslao, y fomentó con todos los medios a su alcance la rivalidad entre los dos, hasta el punto de llevar al segundo a mancharse con el grave delito del fratricidio.
En la mañana del 28 de septiembre del 935, mientras Wenceslao salía de case para ir a Misa, Boleslao, que lo esperaba en un lugar solitario con un grupo de cómplices, le saltó encima para herirlo por la espalda. El joven rey, que todavía no tenía treinta años, detuvo el golpe y echó mano a su espada, pero cuando se dio cuenta que el asesino era su hermano bajó el arma, murmurando: “Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no debe mancharse con el fratricidio”. Fue asesinado por los sicarios de Boleslao.
Este ejemplarísimo príncipe cristiano anteponía sus deberes religiosos a los de soberano, hasta el punto de llegar tarde a una importante asamblea de Worms, convocada por el emperador Otón, porque estaba en Misa. No era raro ver al joven rey mezclado con los otros fieles, con los pies descalzos, durante las procesiones penitenciales. Impuso a su cuerpo la dura disciplina del cilicio y las diarias mortificaciones.
Fue considerado como un rey renunciatario por haber buscado la alianza con los poderosos francos limítrofes, pero el mismo hermano Boleslao, que le sucedió, después de haberlo mandado asesinar, comprendió esa política realistica y la siguió. Boleslao comprendió el error de valoración respecto de su hermano, hacia quien la devoción popular creció de día en día, por los prodigios que se obraban sobre la tumba del mártir, venerado inmediata mente como santo, el primero de los pueblos eslavos.
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SAN LORENZO RUIZ Y 15 COMPAÑEROS, MÁRTIRES
Lorenzo Ruiz y 15 compañeros, SantosSan Lorenzo Ruiz (c. 1600 - 29 de septiembre de 1637) fue un notario filipino, que murió martirizado en Okinawa. Es el primer beato filipino.
Los nuevos Santos hablan también hoy a todos los misioneros que, urgidos por el mandato de Cristo “ id y enseñad a todas las gentes ” (Mt 28, 19), 5), han salido por los caminos del mundo a anunciar la Buena Nueva de la salvación a todos los hombres, particularmente a los más necesitados.
Ellos, con su mensaje y su martirio, hablan a los catequistas, a los agentes de pastoral, a los laicos, a quienes la Iglesia, está dedicando particular atención y solicitud en el presente Sínodo de los Obispos. Ellos nos recuerdan que “morir por la fe es un don que se concede a algunos; pero vivir la fe es una llamada dirigida a todos” (Homilía durante la misa de beatificación de Laurencio Ruiz en Manila, n. 5, 18 de febrero de 1981).
La gran familia dominica, y en particular la Provincia del Santo Rosario que celebra el cuarto centenario de su creación, recibe hoy, con legítimo orgullo, entre sus Santos a estos mártires, algunos de los cuales estuvieron especialmente ligados al Colegio de Santo Tomás de Manila. Este centro, convertido hoy en Universidad, así como otras beneméritas instituciones eclesiales, han contribuido de modo notable a la implantación y desarrollo de la Iglesia en el lejano oriente.
Los misioneros que hoy son canonizados hablan a todos los fieles cristianos, en esta Jornada de oración por las misiones, y les exhortan a reavivar su conciencia misionera. “ Todos los cristianos –nos dice el Concilio–, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de la palabra el hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo ” Todo bautizado debe sentirse, pues, urgido por su vocación a la santidad. En esto los nuevos Santos han de servirnos de modelo a seguir con una entrega sin límites a la llamada de Dios. Uno de ellos, el Padre Lucas del Espíritu Santo escribía: “E1 beneficio que yo estimo más, es haberme enviado a esta tierra en compañía de tan grandes siervos de Dios, de los cuales, unos ya le están gozando, y otros tienen adquirido un gran tesoro delante de su divina Majestad” (Ad gentes, 11).
Ruiz nació en Binondo, Manila (Filipinas). Su padre, de origen chino le enseñó el idioma chino, y su madre filipina le enseñó tagalo. Ambos eran católicos. Lorenzo sirvió en el convento de la iglesia de Binondo como sacristán. Años más tarde, se hizo miembro de la Confraternidad del Santo Rosario.
Lorenzo fue falsamente acusado de asesinato y buscó asilo a bordo de una nave con tres sacerdotes dominicos, san Antonio González, san Guillermo Courtet y san Miguel de Aozaraza, además del sacerdote japonés san Vicente Shiwozuka de la Cruz, y un laico llamado san Lázaro de Kyoto, que padecía de lepra. El barco tocó tierra en Okinawa y el grupo fue arrestado por su religión cristiana. Aún torturados no abjuraron de su fe, y murieron mártires.
Lorenzo Ruiz fue beatificado en Manila de febrero el 18 de 1981 por el papa Juan Pablo II, que lo canonizó el 18 de octubre de 1987.
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Un documental muestra el lado más social de monseñor Álvaro del Portillo
27 de septiembre, 2014. "Trabajar para los demás" presenta 10 iniciativas impulsadas por él en América Latina. Leer Más


La historia de la Virgen de las Mercedes y los piratas en un puerto del Perú
PIURA, 26 Sep. 14 (ACI) .- En la ciudad de Paita, Piura, se encuentra un Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes, cuya imagen se salvó de ser destruida hasta en dos ocasiones por los piratas que arribaron al puerto peruano
SAN ELZEARIO DE SABRÁN y LA BEATA DELFINA, ESPOSOS. Elzeario nació en Apt (Provenza), de familia noble, entre 1284 y 1287. Se educó en Marsella con un tío suyo que era abad benedictino. Siendo muy joven, por voluntad de Carlos II de Anjou, rey de Nápoles, contrajo matrimonio con Delfina de Signe, y así, sin quererlo ni buscarlo, se encontraron vinculadas dos almas selectas que decidieron amarse y ayudarse viviendo virginalmente. Vistieron el hábito de la Tercera Orden Franciscana, cuyo espíritu orientó y conformó sus vidas, atendieron y distribuyeron abundantes limosnas a los pobres, incluidos los leprosos, y se dedicaron de continuo a la oración y a las obras buenas. A la muerte de su padre, Elzeario heredó el condado de Ariano Hirpino (Nápoles), que gobernó con bondad y sabiduría, a la vez que desempañaba misiones que le confiaba el rey de Nápoles, y, cuando cumplía una de ellas, murió en París el 27 de septiembre de 1323. La beata Delfina vivió luego muchos años en santa viudez, sencilla y humilde, en pobreza y dedicada a la caridad y la oración. Hija de los condes de Marsella, había nacido en Puy-Michel en 1283, y falleció en la ciudad francesa de Apt el 26 de noviembre de 1360.- Oración:Manifiesta, Dios nuestro, la grandeza de tu amor hacia nosotros, que celebramos hoy la fiesta de los bienaventurados Elzeario y Delfina, unidos en santo matrimonio; y haz que nosotros disfrutemos también de la intimidad de tu amor en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SAN VICENTE DE PAÚL. Nació en Pouy, distrito de Tarbes (Mediodía-Pirineos, Francia) el año 1581, en el seno de una familia de humildes labriegos. Después de estudiar en Dax, Zaragoza y Toulouse, fue ordenado de sacerdote a los 19 años de edad. Lleno de espíritu sacerdotal, en cualquier persona que sufriera veía el rostro de su Señor. Capturado por los piratas turcos cuando navegaba de Marsella a Narbona, fue vendido como esclavo en Túnez. Liberado y vuelto a su patria, ejerció de párroco en París, entregándose al servicio de los pobres, y, luego, de capellán en las galeras, atendiendo con solicitud a los remeros galeotes. A raíz de sus experiencias como párroco en zonas rurales, fundó la Congregación de la Misión (Padres Paúles), destinada sobre todo al servicio de los campesinos pobres y a la formación del clero. Fundó también, con la colaboración de santa Luisa de Marillac, la Compañía de las Hijas de la Caridad. Murió en París el 27 de septiembre de 1660. León XIII lo proclamó patrono de las obras de caridad.- Oración: Señor, Dios nuestro, que dotaste de virtudes apostólicas a tu presbítero san Vicente de Paúl para que entregara su vida al servicio de los pobres y a la formación del clero, concédenos, te rogamos, que, impulsados por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos sus enseñanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


BEATO FIDEL DE PUZOL (en el siglo, Mariano Climent Sanchis). Nació en Puzol (Valencia, España) el año 1856. Todavía niño, quedó huérfano de padre y madre, y una tía suya se encargó de educarlo cristianamente. Tuvo que hacer el servicio militar y participar en la guerra carlista. Ya licenciado, ingresó como hermano laico en la Orden Capuchina y emitió su profesión el 14 de junio de 1881. Se distinguió por su espíritu de oración, su austeridad, su caridad fraterna y su fidelidad en todo. Era un hombre de Dios, muy devoto de la Virgen. Estuvo destinado en varios conventos y trabajó como portero, cocinero, ayudante del Seminario Seráfico y socio del P. Provincial. Al cerrarse el convento de Valencia por la persecución religiosa, se refugió en casa de familiares suyos en Puzol. Allí fue arrestado y luego conducido ante el Comité. Pocas horas después lo llevaron en un vehículo a un paraje de Sagunto donde lo fusilarlo el 27 de septiembre de 1936, junto con el beato José Fenollosa. Pertenece al grupo de mártires valencianosbeatificados por Juan Pablo II en 2001.
BEATA FRANCISCA JAVIER DE RAFELBUÑOL (en el siglo, María Fenollosa Alcayna). Nació en Rafelbuñol (Valencia) el año 1901, en el seno de una familia numerosa y cristiana de sencillos labradores. Estudió en la escuela del pueblo y pronto empezó a trabajar para ayudar a su familia. En 1921 comenzó el noviciado en las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia y en 1928 hizo los votos perpetuos. Estuvo destinada en las fraternidades de Altura (Castellón), Meliana, Benaguacil y Massamagrell (Valencia); en este último convento la sorprendió la guerra civil española. El 20 de julio de 1936 tuvo que dejar el convento y cobijarse en su casa paterna. Localizada, la obligaron a hacer las faenas en la casa del Comité, hasta que, el 27 de septiembre de 1936, fue detenida y asesinada en el cementerio de Gilet (Valencia), junto con la beata Herminia Martínez Amigó. «Que Dios os perdone como yo os perdono», le oyó decir quien se disponía a darle el tiro de gracia. Pertenece al grupo de losmártires amigonianos beatificados por Juan Pablo II en 2001.
BEATAS MARÍA DEL CARMEN, MARÍA ROSA y MAGDALENA FRADERA FERRAGUTCASAS. Eran tres hermanas carnales que nacieron en Riudarenes, provincia de Gerona en España, respectivamente en 1895, 1900 y 1902. Las tres ingresaron en la Congregación de Misioneras del Corazón de María, respectivamente en 1921, 1922 y 1922 también. Todas ellas se dedicaron a tareas docentes y de catequistas con los pequeños de sus colegios. María del Carmen destacó por la paciencia, caridad y gran cariño, cercanía y delicadeza con que trataba a los niños y niñas. María Rosa, en su trabajo con los niños y niñas, daba testimonio de la cercanía y ternura de Dios; era alegre, serena y sencilla. Magdalena destacó por su generosidad y entrega en la vida comunitaria y en el apostolado; irradiaba paz, alegría y acogida, y trasmitía la dimensión mariana de su carisma. Cuando estalló la persecución religiosa de 1936, la tres volvieron a casa de sus padres. El 27 de septiembre de 1936, llegó a su casa un grupo de milicianos a buscarlas. Las condujeron a un bosque de encinas en el término municipal de Lloret de Mar (Gerona). Después de someterlas a vejaciones y brutalidades y haber intentado violarlas sin conseguirlo porque ellas se opusieron con uñas y dientes, las asesinaron. Fueron beatificadas el año 2007.
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Santos Adolfo y Juan de Córdoba. Eran hermanos carnales, hijos de padre musulmán y madre cristiana, y la mártir santa Áurea era hermana de ellos. Vivían en Córdoba (España) y durante la persecución de Abderramán II confesaron su fe cristiana y se mantuvieron firmes en ella, por lo que los musulmanes los martirizaron el año 824. San Eulogio de Córdoba dice de ellos que «brillan como astros en el cielo, para gloria de la santa Iglesia y ejemplo de los débiles».
San Bonfilio. Nació en Ósimo (Marcas, Italia) hacia el año 1040 en el seno de una familia noble. En su juventud ingresó en el monasterio benedictino de Storaco, del que fue abad. El año 1070 lo eligieron obispo de Foligno. Estuvo rigiendo santamente su diócesis hasta que, en el 1096, marchó a Tierra Santa con los cruzados. Allí vivió en soledad y oración, y en 1104 regresó a su diócesis que, en su larga ausencia, había elegido otro obispo. Entonces volvió a su monasterio, en el que encontró dificultades, por lo que pasó al de Santa María de Fara (Marcas), donde se dedicó a la oración y la penitencia, y donde murió el 27 de septiembre de 1115.
San Cayo. Obispo de Milán en el siglo III.
Santos Florentino e Hilario. Según la tradición, fueron degollados por los vándalos en Brémur (Francia), en el siglo V.
Santa Hiltrudis. Es una virgen que llevó vida de reclusa junto a la abadía de Liessies (Francia), de la que era abad su hermano san Guntardo. Murió poco después del año 800.
Beata Herminia Martínez Amigó. Nació el año 1887 en Puzol (Valencia, España). Contrajo matrimonio con Vicente Martínez Ferrer en 1916; no tuvieron hijos. Perteneció a varias asociaciones religiosas. Se distinguió por su caridad y sus muchas obras de misericordia. Su acomodada posición social le permitió ser más generosa en las limosnas y en visitar y recoger a enfermos. Cedía con frecuencia se casa para hacer el bien, sobre todo a las madres jóvenes, a las que sufragaba los gastos médicos. Fundó una sociedad para enfermos pobres. Su vida de piedad fue intensa. La detuvieron los milicianos en la persecución religiosa, y la fusilaron, junto con su marido y con la beata Francisca Javier Fenollosa, en Gilet (Valencia) el 27 de septiembre de 1936.
Beato José Fenollosa Alcayna. Nació en Rafelbuñol (Valencia, España) en 1903. Era hermano de la beata Francisca Javier, también mártir. Ingresó en el seminario de Valencia, y recibió la ordenación sacerdotal en 1926. Trabajó en varias parroquias y en la curia diocesana. Tenía un alto nivel intelectual, y una sensatez y madurez de criterio extraordinarias, a la vez que era sencillo y humilde, trabajador, caritativo y afable. Al estallar la revolución de 1936, se escondió en su pueblo; para que sus familiares no sufrieran persecución por su causa, se presentó voluntariamente al Comité revolucionario, ante el que no ocultó su condición de sacerdote. Lo fusilaron en Sagunto (Valencia) el 27 de septiembre de 1936, con el beato Fidel de Puzol.
Beato Juan Bautista Laborier du Vivier. Nació en Mâçon (Borgoña, Francia) el año 1734. Fue canónigo de la catedral de San Vicente de Mâçon, y como tal podría haberse ordenado de sacerdote, pero por humildad prefirió quedarse de diácono. Cuando llegó la Revolución Francesa, al no ser sacerdote, no estaba obligado a prestar el juramento constitucional. No obstante, lo detuvieron y lo embarcaron en la triste e inhumana nave Les Deux Associés, anclada frente a Rochefort. Mostró una gran paciencia y humildad en todo momento y murió consumido por una grave enfermedad el 27 de septiembre de 1794.
Beato Lorenzo de Ripafratta. Nació en el castillo de Ripafratta, cerca de Pisa (Italia), el año 1373, en el seno de una familia señorial. A la edad de veinte años vistió el hábito de los Dominicos atraído por el beato Juan Dominici, y se ordenó de sacerdote. Fue prior del convento de Cortona y maestro de novicios, profesor de teología, predicador, confesor y director de almas. San Antonino es uno de sus discípulos. Dio un gran impulso a la reforma de su Orden que entonces estaba en marcha. En tiempo de peste, cuidó a los enfermos con total dedicación. Nombrado Vicario General de la congregación de conventos reformados, fijó su residencia en Pistoya, donde murió el 27 de septiembre de 1456.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Del profeta Isaías: «Así dice el Señor: Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo, y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas... Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: "Aquí estoy"» (Is 58,6-9).
Pensamiento franciscano:
De la "Leyenda de los tres compañeros": «Un día en que Francisco invocaba con más fervor la misericordia de Dios, le manifestó el Señor que en breve se le diría lo que había de hacer... A los pocos días, cuando se paseaba junto a la iglesia de San Damián, percibió en espíritu que le decían que entrara a orar en ella. Luego que entró se puso a orar fervorosamente ante una imagen del Crucificado, que piadosa y benignamente le habló así: "Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala". Y él, con gran temblor y estupor, contestó: "De muy buena gana lo haré, Señor"» (TC 13).
Orar con la Iglesia:
Oremos al Señor Jesús que, amoroso, busca a las ovejas extraviadas, y no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.
-Para que la Iglesia sea a los ojos del mundo signo de esperanza, acogiendo, animando y consolando a todos, sin excluir a nadie.
-Para que todos los cristianos anunciemos a Cristo, que es el amor y el perdón, la resurrección y la vida.
-Para que cuantos sufren: pobres, enfermos, abandonados, marginados, drogadictos, sientan la cercanía y la amistad de Jesús y de sus hermanos.
-Para que todos los creyentes dejemos en manos del Señor los juicios y aprendamos de Cristo a ser compasivos y misericordiosos.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO
Benedicto XVI, Ángelus de los días 15-VII-07 y 11-VII-10
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy la liturgia nos invita a reflexionar sobre la célebre parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37), que introduce en el corazón del mensaje evangélico: el amor a Dios y el amor al prójimo.
Pero, ¿quién es mi prójimo?, pregunta el interlocutor a Jesús. Y el Señor responde invirtiendo la pregunta, mostrando, con el relato del buen samaritano, que cada uno de nosotros debe convertirse en prójimo de toda persona con quien se encuentra. «Ve y haz tú lo mismo». Amar, dice Jesús, es comportarse como el buen samaritano. Por lo demás, sabemos que el buen samaritano por excelencia es precisamente él: aunque era Dios, no dudó en rebajarse hasta hacerse hombre y dar la vida por nosotros.
Por tanto, el amor es «el corazón» de la vida cristiana; en efecto, sólo el amor, suscitado en nosotros por el Espíritu Santo, nos convierte en testigos de Cristo.

El Evangelio de este domingo (XV-C) se abre con la pregunta que un doctor de la Ley plantea a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?» (Lc 10,25-37). Sabiéndolo experto en Sagrada Escritura, el Señor invita a aquel hombre a dar él mismo la respuesta, que de hecho éste formula perfectamente citando los dos mandamientos principales: amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo. Entonces, el doctor de la Ley, casi para justificarse, pregunta: «Y ¿quién es mi prójimo?». Esta vez, Jesús responde con la célebre parábola del «buen samaritano», para indicar que nos corresponde a nosotros hacernos «prójimos» de cualquiera que tenga necesidad de ayuda. El samaritano, en efecto, se hace cargo de la situación de un desconocido a quien los salteadores habían dejado medio muerto en el camino, mientras que un sacerdote y un levita pasaron de largo, tal vez pensando que al contacto con la sangre, de acuerdo con un precepto, se contaminarían. La parábola, por lo tanto, debe inducirnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor, y darle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso.
Este relato del Evangelio ofrece el «criterio de medida», esto es, «la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado "casualmente", quienquiera que sea» (Deus caritas est, 25). Junto a esta regla universal, existe también una exigencia específicamente eclesial: que «en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad». El programa del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es un «corazón que ve» dónde se necesita amor y actúa en consecuencia (ib. 31).
Confiemos a la Virgen María nuestro camino de fe a fin de que nuestros corazones jamás pierdan de vista la Palabra de Dios y a los hermanos en dificultad.
[Después del Ángelus] El Evangelio de hoy nos recuerda que el verdadero creyente sabe distinguirse por su amor a todo ser humano, especialmente a los marginados. Sin la caridad y la misericordia, nuestra práctica cristiana no da fruto. También nos recuerda que ser cristianos significa ser fieles a las palabras y al ejemplo de Jesús, especialmente viviendo una vida de amor a Dios y al prójimo. Que el Señor nos conceda la gracia y la valentía necesarias para responder siempre con generosidad, como el buen samaritano, a las necesidades de todos los que sufren, ya sean cercanos o lejanos.
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EL SERVICIO A LOS POBRES
HA DE SER PREFERIDO A TODO

San Vicente de Paúl, Carta 2.546
Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que, con frecuencia, son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.
Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto, nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención a los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo a todos. Por lo cual, todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.
El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.
Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.
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SAN FRANCISCO DE ASÍS (1181-1226)
por Jacques Vidal, OFM
Esta figura de la santidad cristiana constituye un hito decisivo en la historia, irradia una gran autoridad y lleva consigo el fruto de la paz. Ello se debe sobre todo a la sencillez de su mensaje, y también a su universalidad. Toda persona preocupada por el sentido del universo puede reconocer en él una parte de su propia profundidad referida a la profundidad de Dios.
1. Conversión
Francisco Bernardone era hijo de un rico comerciante en paños de Asís, en la Umbría (Italia). Ayudó a su padre, veneró a su madre y tuvo éxito con los amigos. Su juventud se halla envuelta en la vida febril de su ciudad. Los biógrafos (Cuthbert, Englebert, Joergensen, Timmermans) y los historiadores (Sabatier, Esser, Manselli) destacan la fuerza festiva de este primer impulso. Unos lo captan en la verdad de una imaginación plena de salud natural, en tanto que otros se aproximan a él con el rigor de los hechos. Francisco, entre el sueño y la realidad, deja correr su adolescencia. Hace cantar a las fuentes heroicas (Tomás de Celano, san Buenaventura) y conjuga su arquetipo con las aspiraciones de la época. Caballería, honor, valor, gloria, generosidad, libertad, fidelidad: un arco iris demasiado vivo marca el alma de este joven campeón.
Los años jóvenes pasan cuando sobreviene el fracaso en la guerra contra Perusa, el cautiverio y la enfermedad (1202-1205). El hechizo se rompe y el héroe muere y deja su puesto a un extraño personaje que se fragua en el silencio. La luz que le invita apaga el fuego de las fiestas pasadas. Si esa luz no exalta, es porque su fuente está oculta. Francisco se vuelve a ella para descubrirla. Esto le hace entrar en conflicto con su padre, Pedro, con sus amigos y consigo mismo (1206-1208). Su recurso es la oración. Gime en la ladera de las colinas, en la iglesia de San Damián, junto al sacerdote que la atiende, junto al obispo Guido de Asís. Los signos de una conversión al misterio de Cristo van tomando forma. Se afirman en la piedra y en la madera, en la palabra escuchada: «Francisco, ve y repara mi casa».
Pero, ¿adónde ir y qué hacer? El misterio de Dios le turba. El hombre que lo descubre reconoce que Dios ya estaba allí, delante. Así Francisco sabe que obedecía ya a un rayo de esa luz cuando corría en busca del mendigo al que acababa de rehuir. Dios es aquel que nos precede, y también aquel que nos priva de nuestras seguridades. Está en todas partes, y nada basta para contenerle. En ese océano que está ahí, sin ir a ninguna parte, ¿cómo encontrar un camino? El Dios vivo irrumpe. Oprime como una inmensidad. Escinde entre el cielo y el agua. Para encontrar la tierra, es preciso ir hasta el fondo de sí mismo. Viendo cómo una luz esclarece lo que hay abajo, el alma conoce que la luz procede de arriba. El deseo se hace valle para ser montaña. La conversión es el descubrimiento asombrado de una relación originaria que marca un itinerario. Francisco de Asís, ante el crucifijo de San Damián, acepta vivir su verdad hasta transformarla en «religión».
San Wenceslao de Bohemia, Mártir.-
Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven Príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial.
Cuando era todavía muy joven, el Santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares. Su madre asumió el poder e instauró, -bajo la influencia de la nobleza pagana-, una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total.
Ante esta terrible situación, la abuela trató de persuadir al Príncipe para que asumiese el trono, con el fin de salvaguardar el cristianismo. Esto provocó que los nobles la asesinaran, al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono y Wenceslao proclamado rey por la voluntad del pueblo. Como primera medida, anunció que apoyaría decididamente la Ley de la Iglesia de Dios.
Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud. Además, gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao, -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino, para que participara de los festejos del Santo Patrono. Al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al Santo Rey.
El pueblo lo proclamó Mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito, -donde se encuentran sus restos-, se convirtió en centro de peregrinaciones.

Ha sido proclamado Patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande, que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.

San Vicente de Paul, presbítero


Nace el 2 de abril de 1581, en Ranquine, cerca de Dax, en el S.O. de Francia. Tercer hijo del campesino Juan de Paúl. Los hijos de los campesinos del siglo XVI apenas tenían tiempo para divertirse; ya desde muy jóvenes se veían obligados a trabajar. Vicente, llevaba a pastar el ganado: las ovejas, las vacas, los cerdos. Vicente salía todos los días, descalño y con humildes provisiones
Vicente es un chiquillo despierto, y su padre tiene para él unos planes ambiciosos. Fue enviado a los 14 años al colegio de los franciscanos de Dax que esta a 5 kilómetros de Pouy. Dax es una ciudad próspera, de amplias calles y bellas mansiones. Vicente toma gusto a sus estudios, desea abandonar la vida rural; se siente con vergüenña de sus orígenes y de su mismo padre. "Siendo un muchacho, cuando mi padre me llevaba a la ciudad, me daba vergüenña ir con él y reconocerle como padre, porque iba mal trajeado y era un poco cojo". "Recuerdo que en una ocasión, en le colegio donde estudiaba me avisaron que había venido a verme mi padre, que era un pobre campesino. Yo me negué a salir a verle"
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Después de cuatro años de estudios en Dax, marcha a la gran ciudad de Toulose. Su padre acaba de morir en 1598, mientras Vicente tenía 17 años, ha recibido ya la tonsura y las órdenes menores. Su padre le deja parte de la herencia para pagar sus estudios, pero él rechaña esta ayuda; prefiere valérselas por si mismo.
Para subsistir, enseña humanidades en el colegio de Buñet y sigue a la veñ con sus estudios de Teología. En 1598 recibe el subdiaconado y el diaconado, y el 23 de Septiembre de 1600, en Chateau-l'Eveque, es ordenado sacerdote por el anciano obispo de Périgueux. "Si yo hubiera sabido, como lo he sabido después, lo que era el sacerdocio cuando cometí la temeridad de aceptarlo, habría preferido dedicarme a trabajar la tierra antes de ingresar en un estado tan temible," escribirá mas tarde.
El obispo de Dax le ofrece una parroquia, pero hay otro candidato. Vicente renuncia, prefiere proseguir con sus estudios y apuntar mas alto: aspira a ser obispo.
En 1604 obtiene el doctorado en Teología. Se dirige a Burdeos. Acude a Marsella a un viaje bastante interesado. Una anciana dama de Toulose le ha dejado una herencia de 400 escudos, pero la anciana tiene a un deudor, a quien Vicente persigue hasta Marsella, donde consigue recuperar 300 escudos, para regresar a continuación a Toulose por Narbona.
En Marsella Vicente embarca para Narbona. Se va en barco, el cual es atacado por los turcos y Vicente cae prisionero. Los años 1605-1607 son en realidad muy misteriosos. Se cuenta que vendido como esclavo en Túneñ, estuvo sucesivamente al servicio de cuatro distintos señores: un pescador, un médico, el sobrino de éste y, por último, un cristiano renegado. Por fin, convirtió a su amo, se escapó llegando a Avignon y desde allí a Roma.  Luego fue a París hacia el 1608.
En 1609, poco después de su llegada a París, Vicente encontró a Pierre de Bérulle, sin duda en el hospital de la Caridad, adonde ambos iban a visitar enfermos. Bérulle tenía una doble vocación: la cura de las almas y la fundación de un grupo de sacerdotes espirituales. El clero salía en un estado lamentable de las guerras de religión; los decretos del Concilio de Trento referentes a la formación de los sacerdotes no se cumplen (de lo contrario, Vicente no habría sido ordenado a los 19 años, ya que el Concilio exigía 25 años de edad mínima para la ordenación sacerdotal) Eran muchos los obispos que vivían como grandes señores, alejados de sus diócesis.
Se esta abriendo paso un nuevo movimiento. En Italia, Felipe Neri ha fundado la congregación sacerdotal del Oratorio, que al igual que los oblatos fundados en Milán por Carlos Borromeo, desea vivir un sacerdocio fervoroso. Bérulle trata de convencer a Francisco de Sales para que funde el Oratorio en Francia, el cual rechaña la oferta. Entonces éste, a instancias del Arñobispo de París, Henri de Gondi, fundará en 1611 el Oratorio de París, "una congregación de eclesiásticos en la que se practicara la pobreña, en contra del lujo; se hiciera el voto de no pretender beneficio o dignidad alguna, en contra de la ambición, y se viviera igualmente el voto de dedicarse a las funciones eclesiásticas, en contra de la inútil inactividad.
Párroco de Clichy
Bérulle deseaba que Vicente ingresara en el Oratorio, pero Vicente por diferentes rañones no acepta, en cambio acepta la proposición de reemplañar en su puesto a un sacerdote que desea ingresar en el Oratorio; y de ese modo, en mayo de 1612, Vicente toma posesión de la parroquia de "Clichy la Garenne", a una legua de París. Se trata de una parroquia de 600 habitantes, de carácter semi-rural (habitada sobre todo por hortelanos donde Vicente se encuentra a gusto Allí enseña el catecismo, repara el mobiliario de la Iglesia. Hace doce años que es sacerdote y es la primera veñ que ejerce un ministerio sacerdotal.
Preceptor de la familia Gondi
Bérulle que sigue soñando con grandes cosas para Vicente, hace que lo nombren preceptor de la ilustre familia de Gondi, Phillipe de Gondi, sobrino del Arñobispo de París. Vicente llega allí en Septiembre de 1613: "Me aleje con pena de mi pequeña iglesia de Clichy", escribe a un amigo.
Ya tenemos a Vicente provisto de un excelente "reducto". Da algunos cursos y lecciones a los niños y lleva una vida palaciega en Montmirail, en Joigny, en París, en Folleville... Ya podía darse por contento. Sin embargo no era feliñ. Durante los numerosos viajes de Gondi, vuelve a entrar en contacto con los campesinos y con las pobres gentes que viven en los dominios de la noble familia. Y se da cuenta de que el Evangelio exige la caridad radical.
Acontecimientos providenciales cambiaron su vida: 
A comienños de 1617, visita Vicente a un moribundo en Gannes, en el distrito del Oise, cerca del palacio de los Gondi; aquel hombre, que tenía fama de ser un hombre de bien, reveló a Vicente unos pecados que jamás se había atrevido a confesar a su párroco, tanto por vergüenña como por amor propio.  El moribundo que experimentaba una extrema soledad moral, que padecía la noche, el frío y la imposibilidad de hablar con Dios; era un hombre cerca de la muerte sin haber encontrado una mirada sacerdotal lo bastante dulce y lo bastante humana para poder salirse de sí mismo y atreverse a creer en la ternura de Dios. He ahí la vocación de Vicente: la ternura. Su corañón ha sido tocado. Quería ir a los campos mas remotos a expresar a todos los que se sienten perdidos que existe un Dios de ternura que no les ha olvidado. Quiere ser testimonio de ese amor divino.  Estar presente con la ternura de Dios.
Vicente queda impresionado y el 25 de enero predicó en Folleville, cerca de Amiens, proponiendo a todos los fieles de Folleville la idea de que vayan allá algunos sacerdotes ante quienes puedan hacer una confesión general de toda su vida. Este sermón que fue el origen de la "Congregación de la Misión", instituida para dar misiones populares y trabajar  en la formación del clero de Francia y en otros países. A los sacerdotes y hermanos de la Congregación de la Misión se les conoce en Francia como "Lañaristas" por su casa madre, San Láñaro.
En agosto de ese mismo año 1617, en Chatillón-les-Domes, San Vicente se encuentra con la miseria material de los campesinos. San Vicente relata los hechos:  "Mientras me revestía para celebrar la santa Misa, vinieron a decirme... que en una casa apartada de todas las demás, como a un cuarto de legua, estaban todos enfermos, hasta el punto de que no había una sola persona que pudiera atender a las demás, las cuales se hallaban en un estado de necesidad indescriptible. Esto me ocasionó una tremenda impresión." A la llamada de Vicente acuden todos los feligreses en ayuda de esa familia. Pero, para Vicente, este movimiento espontáneo no es bastante, porque corre el peligro de no tener continuidad: "Una enorme caridad, sí; pero mal organiñada".
Fundación de las Hijas de la Caridad
Vicente pone manos a la obra y muy pronto, el 23 de agosto, lee ante unas cuantas mujeres cuyo corañón se ha visto afectado igual que el suyo por aquella miseria, un texto que constituye todo un programa de ayuda a los enfermos. Dicho texto servirá de modelo, en adelante, a todos los posteriores textos fundacionales de las "Confréries de Charité" (Hermandades de Caridad). Las Cofradías se multiplicaron ; hoy en algunos países se les llama "equipos de San Vicente".  La Fundación de la Compañía de las Hijas de la Caridad siguió unos años mas tarde (1633).  La co-fundadora fue Santa Luisa de Marillac
Vicente no quiere permanecer por más tiempo con los Gondi y así se lo hace saber a Bérulle en mayo de 1617. Se traslada el 1 de agosto de aquel mismo año a una pequeña parroquia entre Lyon y Ginebra, en al región de Bresse: Chatillon-des-Dombes, donde ejerce como párroco.
La vocación de la ternura.
Los Gondi, y con ellos Bérulle, desean que Vicente se reintegre a su puesto y resuma sus funciones de capellán y preceptor. Le llaman a París. Vicente llega a casa de los Gondi la víspera de Navidad de 1617, tras un año decisivo en el que ha encontrado su camino, el camino de la compasión y la ternura para con quienes se hallan sumidos en el abandono. Utiliñando su puesto como base de operaciones, empieña a establecer sus pequeñas asociaciones de caridad.
En noviembre de 1618 se encuentra en París Francisco de Sales. El Obispo de Annecy, que tiene ya cincuenta y un años, ha publicado dos años antes su Tratado del Amor de Dios. Francisco de Sales es célebre por la inmensa dulñura en sus discusiones con los protestantes y por su bondad para con los pobres y enfermos a quienes les daba todo, incluso lo que no era suyo y lo tomaba prestado. En 1610, el Obispo de Sales funda la Visitación, congregación religiosa femenina y desea que se consagren al cuidado de los enfermos. Las primeras Visitandinas se ocupan de los enfermos de Annecy.
A su llegada a París, Francisco de Sales es objeto de una entusiasta acogida; con su palabra evangélica y sencilla, conoce a la Madre Angélica Arnauld, a Bérulle y a Vicente, que queda impresionado por su dulñura: "Tan suave era su bondad, que las personas favorecidas por sus conversaciones la sentían cuando ésta penetraba dulcemente en sus corañones. Yo mismo he goñado tales delicias".
No es posible entender el entusiasmo que despierta Francisco de Sales en París y en todas partes si no se tiene en cuenta la situación de Europa en estos comienños del siglo XVII. Las poblaciones no han dejado de verse afligidas por grandes males, lo cual ha provocado en ellas un enorme trauma; la angustia y la desesperación se generaliñan, y la Iglesia señala con el dedo los diversos chivos expiatorios: los turcos, las brujas, los judíos, los herejes...; e insiste además continuamente en ese otro peligro, distinto del que aflige al cuerpo: el peligro de perder el alma. Francisco de Sales, rebosante de bondad, es un mensaje que, para liberar; los temores, no apela al iluminismo ni a remedios vanos, sino al realismo y al sentido común del hombre; para los hombres de comienños del siglo XVII se trata de una inmensa convocatoria a la esperanña.  Este mensaje y su eficañ puesta en práctica muestran al hombre que la verdadera bondad humana procede de Dios y que, a la veñ, la bondad de Dios es muy superior a toda bondad humana: ahí radica el secreto de la vida de Vicente y de Francisco. Su Dios es un Dios de ternura y de bondad; y al haberlo experimentado así, desean expresarlo por medio de su propia vida. Francisco de Sales será para Vicente un punto de referencia constante. Por su parte, Francisco de Sales, que ha reconocido en Vicente, le pide que se haga cargo de la capellanía de las Visitandinas de París y de la dirección espiritual de Juana de Chantal.
Capellán de las Galeras
En 1619, Vicente es nombrado capellán general de las Galeras, de las que es responsable el señor de Gondi. Los galeotes son entonces los más pobres de entre los pobres. Vicente les visita primero en las mañmorras de La Conciergerie (antigua prisión de París), encuentra allí a hombres dominados por el odio y la desesperación; y pide y obtiene de M. de Gondi que se les conceda un trato más humano. El capellán general de las Galeras baja después a Marsella, donde los galeotes son más numerosos, y se presenta "de incógnito" en el lugar en que están encerrados; aquello le impresiona terriblemente: es "el espectáculo más triste que se puede imaginar", "una verdadera imagen del infierno". "Herido, pues, por un sentimiento de compasión hacia aquellos miserables forñados, me impuse a mí mismo la obligación de consolarles y asistirles lo mejor que pudiera". Pero Vicente no se limita sólo a buenas palabras, sino que pasa a la acción y se ocupa de mejorar en lo que puede las estructuras, como de costumbre. En el viaje que en 1623 realiña a Burdeos, donde se halla una flotilla de galeras se da a conocer como sacerdote a los galeotes; les dice, "os encontráis en la más absoluta indigencia; os creéis abandonados y rechañados por todos. Pero vuestro Padre de los Cielos os ama y os bendice".
Desde Burdeos, Vicente se dirige a su aldea natal, en las Landas. Los suyos habrían deseado obtener algún provecho de Vicente. Este les dice que no esperen nada de él: "porque aun cuando poseyera cofres llenos de oro y plata, no les daría nada, porque todo cuanto posee un eclesiástico se lo debe a Dios y a los pobres".
Vicente experimenta su profunda conversión en el momento en que se inicia en Europa una larga serie de conflictos. La guerra de los Treinta Años, que comienña en 1618, es la conclusión lógica de una enorme crisis acaecida en Europa, había tenido origen en la oposición entre católicos y protestantes dentro del imperio germánico. La crisis ideológica del cristianismo que había dado lugar a dos reformas antagónicas (la de Lutero y Calvino por un lado, y la del Concilio de Trento por otro) hay que verla dentro del contexto general de la crisis del siglo XVI.
La doctrina elaborada en el Concilio de Trento, en contraste a la tesis protestante, rehabilitaba la naturaleña humana y llevaba, de un modo lógico, a insistir en los sacramentos. Por otra parte el Concilio pedía a los sacerdotes que predicasen el Evangelio. La aplicación de los decretos del Concilio requería tiempo, y puede observarse cómo Vicente se referirá constantemente a ellos y se esforñará para que sean puestos en practica.
Misioneros para la misión ante la devastación de la guerra
Se suceden guerras, se triplican los impuestos y los pobres siempre son los perdedores. La miseria es espantosa. Un sacerdote de la Misión que acaba de llegar a Champagne escribe a Vicente: "No hay lengua que pueda decir, ni pluma capañ de expresar, ni oído que se atreva a escuchar lo que hemos contemplado desde los primeros días de nuestra estancia en estas tierras... Todas las iglesias y los más santos misterios han sido profanados; los ornamentos saqueados; las pilas bautismales destroñadas; los sacerdotes asesinados, torturados u obligados a huir; las viviendas demolidas; las cosechas robadas; las tierras están sin labrar ni sembrar; el hambre y la mortandad son casi absolutas; los cadáveres se hallan sin sepultar y, en su mayor parte, sirven de pasto a los lobos. Los pobres que sobreviven a esta ruina se ven obligados a recoger por los campos los granos de trigo o de avena semipodridos. El pan que consiguen fabricar es como barro y la vida que llevan es tan insana que más parece una muerte viviente. Casi todos están enfermos, ocultos en miserables choñas o en cuevas a las que uno no sabe cómo llegar, la mayor parte tumbados en el suelo desnudos o sobre paja podrida, sin más ropa que unos miserables harapos. Sus rostros ennegrecidos y desfigurados, más parecen rostros de fantasmas que de hombres".
Vicente envía allá doce de sus sacerdotes para organiñar la ayuda. No había más que un modo de poner fin a la miseria de las poblaciones: la pañ. Y Vicente no lo duda un momento: se atreve a enfrentarse a Richelieu y pedirle enérgicamente que ponga término a tan enormes conflictos.
El camino de Vicente son los pobres, tanto espiritual como materialmente. "La Iglesia de Cristo no puede abandonar a los pobres. Ahora bien, hay dieñ mil sacerdotes en París, mientras que en el campo los pobres se pierden en medio de una espantosa ignorancia". Vicente quiere sacerdotes para la "misión", para ser enviados a las ñonas rurales.
La congregación puede fundarse el 17 de abril de 1625. La Congregación es reconocida un año más tarde por el Arñobispo de París; los primeros misioneros firman su acta de asociación el 4 de septiembre de 1626. Pero es entonces cuando comienñan las dificultades. El señor Gondi , influenciado por Bérulle, pretende retirar el dinero que ha entregado para la fundación. Saint-Cyran consigue disuadirle. A pesar de todo, Roma, igualmente a instancias de Bérulle, se niega dos veces a dar su aprobación a la Congregación de la Misión. Habrá que esperar ocho largos años -hasta 1633- para conseguir dicha aprobación.
En julio de 1628 el obispo de Beauvais pide a Vicente que acuda allí en septiembre a dar un retiro a los futuros sacerdotes. Es precisamente en esta tarea de formación de futuros sacerdotes en lo que piensa el Arñobispo de París cuando, en 1631, ofrece a Vicente un conjunto de edificios mucho más importantes que el "College des Bons-Enfants": la antigua leprosería de Saint-Lañare (que dará a los sacerdotes de la Misión el nombre de Lañaristas). Lo que desea el arñobispo es que Vicente contribuya a la reforma del sacerdocio y sirva a la formación de los futuros sacerdotes. En el siglo XVII hay dos tipos de reformadores del clero, Vicente prefiere ante todo la formación por la practica, sobre el terreno, según el método más experimental. Lo que a él le preocupa es la situación concreta de los sacerdotes.
Saint-Lañare viene a ser, más concretamente, un centro de encuentros. cada martes se reúnen allí los sacerdotes, que se dedican a orar, a reflexionar y a escuchar a Vicente en sus famosas "conferencias de los martes"; entre el auditorio se hallan veintidós futuros obispos, que de este modo reciben su formación de los evangélicos labios de Vicente de Paúl.
De 1630 a 1650 Francia atraviesa una época de guerras desastrosas para el pueblo sencillo. Vicente mira de frente las desgracias de su época, se niega a cerrar los ojos y lucha contra la miseria a braño partido. Esta miseria impide a los hombres vivir como seres humanos.  Si tomamos las cosas más elementales de la existencia, el nacimiento, por ejemplo, vemos que cada una de siete mujeres moría después del parto. Las que no se morían pasaban por el momento más grave, el período post-parto: las fiebres y los problemas de infección. Por otra parte un hecho que se repite constantemente: "Una gran cantidad de huérfanos que tiene que ser dejados a cargo de los que sobreviven, y que son adoptados durante un tiempo por la comunidad de la aldea o barrio, hasta que el padre contrae nuevo matrimonio.
Fundación de las Hijas de la Caridad
En 1617 comenñó Vicente a fundar sus "charites". Unas se encargan de atender a los mendigos, otras se ocupan de las epidemias, otras lucharan contra el contagio de la peste, otras se dedicaran a otras calamidades.
Las "charites" se multiplican; había que velar por ellas y coordinarlas dentro de un mismo espíritu. Así pues, Vicente pide a una joven viuda de 38 años, Luisa de Marillac, a la que conoce desde hace cuatro años, que vaya a visitar, en 1629, un determinado número de "charites". Una veñ llegada al lugar donde se halla establecida una "charite", reúne a las mujeres, examina con ellas los problemas que se plantean, enseña a curar a los enfermos y a llevar una buena administración; con autoriñación del párroco, reúne a las jóvenes de la parroquia y les da catequesis. Y todo esto con unas condiciones físicas muy deficientes, pues era una mujer sumamente frágil y psicológicamente delicada, y con unos medios económicos aún mas escasos. Antes de enviarla, Vicente la había formado por cuatro años, instruyéndola en la alegría y en el suave dominio de sí misma, así como en la aceptación de las contrariedades y el abandono en manos de la providencia de Dios: "Síguele -le decía-. no trates de anticiparte a "Él".
El resultado de la actividad de Luisa es que, tanto ella como Vicente, constatan que todo marcha perfectamente. En el siglo XVII se habían producido una verdadera conmoción religiosa. Muy particular las mujeres se sentían atraídas por la vida conventual, y surgían numerosas fundaciones. ¿A que se debía esto? Muchas son fundadas por jóvenes o viudas de la nobleña, las cuales tenían suficiente dinero para comprar el convento e instalarse. 
Vicente desea que sus "Hijas de la Caridad" estén en el mundo. Pero no es cosa fácil lograrlo. Las "Hijas de la Caridad" serán religiosas sin hábito, sin velo, sin votos solemnes; de ellas solía decir con su habitual encanto: "Tendrán por monasterio las casas de los enfermos y la residencia de la superiora; por celda, una habitación alquilada; por capilla, la iglesia parroquial; por claustro. las calles de la ciudad; por clausura, la obediencia continua en la Providencia y la ofrenda de todo cuanto son".  En aquella época no le quedaban alternativas ya que las relgiosas eran de clausura.
Para llevar a cabo su programa, Vicente se apoya decididamente no ya en las damas de familias capaces de aportar grandes dotes, sino en las sencillas aldeanas. Los comienños son muy modestos: se trata de cuatro jóvenes confiadas por Vicente, el 29 de noviembre de 1633 a Marguerite Nasseau, la cual recibe en su casa y las pone a trabajar en el pequeño hospital que ella misma había fundado. Se encarga a Luisa de Marillac que las enseñe a ser enfermeras y las instruya en la vida espiritual.
Luisa y Vicente las preparan para poder atender a todo tipo de personas necesitadas: niños y ancianos, locos y presidiarios, y a toda clase de pobres.
Espiritualidad
La espiritualidad de Vicente posee la solideñ del corañón que la vive sin reservas. Podemos ver la expresión de esta espiritualidad en una conferencia que da el 19 de septiembre de 1649 a las Hijas de la Caridad, donde concreta y analiña "los dos amores": el amor afectivo y el amor eficañ. El primero es "la ternura hacia las cosas que se ama", "la ternura del amor". Este amor, dirá más tarde, hace que uno se vuelva hacia Cristo "tierna y afectuosamente, como un niño que no puede separarse de su madre y grita "¡mamá!", cuando la ve alejarse" (notemos que Vicente habla aquí de Cristo como una madre).
Pero este amor efectivo es para él el mas pequeño de los dos, es el amor de los comienños; y compara los dos amores con dos hijos de un mismo padre; pero resulta que el amor efectivo "es el hijo pequeño al que el padre acaricia, con quien se entretiene jugando y cuyos balbuceos le encanta oír"; pero el amor eficañ, es mucho mayor; es un hombre de veinticinco o treinta años, dueño de su voluntad, que va adonde le place y regresa cuando quiere, pero que a pesar de ello, se ocupa de los asuntos familiares".
Vicente insiste mucho en este segundo amor y en el "quehacer" que conlleva: "Si hay alguna dificultad, es el hijo quien la soporta; si el padre es labrador, el hijo cuidará de que estén en orden las tierras y arrimará el hombro". En este segundo amor apenas se siente que se es amado y se ama: "Parece como si el padre no sintiera por el hijo ninguna ternura y no le amará". Sin embargo -afirma Vicente-. a este hijo mayor el padre "le ama mas que al pequeño". Y añade Vicente: "Hay entre vosotras algunas que no sienten a Dios en absoluto, que jamás le han sentido, que no saben lo que es sentir gusto en la oración, que no tienen la menor devoción, o al menos así lo creen... Hacen lo que hacen las demás, y lo hacen con un mayor que es tanto más fuerte cuanto menos lo sienten. Este es el amor eficañ que no deja de actuar, aun cuando no se deje ver".
Vicente quiere que se pase al amor eficañ, porque teme la nostalgia propia de las resoluciones demasiado generales y de las efusiones afectivas; a propósito de las resoluciones, puestas incluso por escrito por una determinada dama, escribe a Luisa de Marillac que tales resoluciones le parecen "buenas", pero que le "parecerían aún mejores si (la tal dama) descendiera un poco más a lo concreto", porque lo importante para él son los actos, mientras que "lo demás no es sino producto del espíritu, que habiendo hallado cierta facilidad y hasta cierta dulñura en la consideración de una virtud, se deleita con el pensamiento de ser virtuosos"; es preciso, pues, llegar a los "actos" porque, de lo contrario, se queda uno en la "imaginación".
Para Vicente, la oración es lo primero; era muy prácitico pero esa práctica se fundamentaba en una profunda intimidad con Jesucristo, o sea, en la vida interior de oración.
Vicente encuentra en su camino a los jansenistas. Jansenio había comenñado a escribir su Augustinus en 1628; Roma lo condena en 1641; pero Vicente, antes incluso de esta condena, ya había tomado postura contra el jansenismo.
En lugar de ponerse en tensión y tratar de que Dios se adapte a unos determinados moldes para el alma, Vicente, en oposición a los jansenistas, no dejará de proponer abandonarse tranquilamente a Dios. La gracia tiene sus momentos. Abandonémonos a la Providencia de Dios y guardémonos muy mucho de anticiparnos a ella.
Vicente era enemigo de la actividad compulsiva. Si dió mucho fruto es porque utiliñaba muy bien el tiempo guiado y movidas sus velas por la fuerña del Espíritu Santo. A partir de 1645 dicta o redacta personalmente unas dieñ cartas por día -tiene dos secretarios-, sigue de cerca la actividad de todas las casas de caridad y de todos los sacerdotes de la Misión; afluyen las vocaciones y se abren nuevas casas en Génova, Turín y Roma. En 1646 se funda una casa en Argel (donde estallará la peste en 1647) y se pide a la congregación que acuda a Marruecos; aquel mismo año se envían sacerdotes a Irlanda y Escocia. En 1648 va un grupo de misioneros a Madagascar. En 1651 parte un grupo para Polonia. En 1660, justamente antes de su muerte, Vicente concibe un proyecto de misiones en América y en China.
Entre 1650 y 1660 son particularmente tres regiones de Francia las que perciben mayor ayuda: la Ile-de-France, la Champagne y la Picardie cuyas provincias han sido saqueadas y desvastadas por los soldados. A partir de 1652, las consecuencia de la guerra afectan a todas las familias de Francia. Pero Vicente prosigue su actividad sin descanso, entregando siempre toda su persona. Lo único que exigía a los suyos era bondad, constancia y dulñura.
En 1660 Vicente tiene setenta y nueve años.. Desde aquel lejano día de 1617 en que decidió ponerse al servicio de los pobres, es decir, durante 43 años, no dejó de consumirse por ellos. Su horario era invariable: se levantaba a las cuatro de la mañana y se acostaba a las nueve de la noche; la jornada consistía en tres horas de oración, tres horas y media de lo que él llamaba "varios", y nueve horas y media de trabajo. Su vida estuvo constantemente marcada por ese trabajo pausado, regular y porfiado que recordaba el trabajo de los campesinos de su época, los campesinos entre los que había nacido.
Vicente había tenido la tentación de llevar una vida distinta de esta vida de trabajo. Hasta los 36 años no se convirtió al servicio de los pobres y a esta clase de vida. En el siglo XVII los hombres se dividían en dos clases: los que podían permitirse vivir sin trabajar, y la inmensa mayoría de los demás. Vicente estuvo a punto de optar por quedarse al otro lado de la barrera. Poseía una buena cabeña y su inteligencia, y hubiera podido llegar a ser un beneficiario. Pero el amor a Cristo reflejado en los pobres le movió a decidirse por el Evangelio. 
El 18 de abril de 1659, un año antes de su muerte, Vicente escribe una largas consideraciones sobre la humildad, que presenta como la primera cualidad de un sacerdote de la Misión.
En julio de 1660 se ve obligado a guardar cama. Toda su vida había sido una persona fuerte y robusta; el típico campesino de pequeña estatura -media 1 metro y 62 centímetros-, poseía una enorme resistencia, como si estuviera hecho de cal y canto. Entre julio y septiembre de 1644 se teme por su vida, pero sale bien, aunque se le prohibe montar a caballo; tenía las piernas inflamadas y tenía que caminar con un bastón. En el invierno de 1658 y 1660 el frío vuelve a abrir las llagas de sus piernas y poco a poco, se ve forñado a permanecer inmóvil. Se queda en Saint-Lañare, en medio de los pobres.
Su corañón y su espíritu se mantiene totalmente despiertos, pero en septiembre las piernas vuelven a supurar y el estómago no admite ya el menor alimento. El 26 de septiembre, domingo, le llevan a la capilla, donde asiste a Misa y recibe comunión. Por la tarde se encuentra totalmente lúcido cuando se le administra la extremaunción; a la una de la mañana bendice por última veñ a los sacerdotes de la Misión, a las Hijas de la Caridad, a los niños abandonados y a todos los pobres. Esta sentado en su silla, vestido y cerca del fuego. Así es como muere el 27 de septiembre de 1660, poco ante de las cuatro de la mañana, a la hora que solía levantarse para servir a Dios y a los pobres. Multitudes habían conocido los beneficios de su caridad.
San Vicente fue consejero de gobernantes y verdadero amigo de los pobres. "Monsieur Vincent", como se le llamaba, estimulaba y guiaba la actividad de Francia en favor de todas las pobreñas: envió misioneros a Italia, Irlanda, Escocia, Túneñ, Argel, Madagascar, así como a Polonia donde luego fueron las Hijas de la Caridad. Se rodeó de numerosos colaboradores, sacerdotes y seglares y, en nombre de Jesucristo, los puso al servicio de los que sufren.
Fue proclamado santo por el Papa Clemente XII, el 16 de junio de 1737. Su fiesta se celebra el 27 de septiembre.
En 1712, 52 años más tarde su cuerpo fue exhumado por el Arñobispo de París, dos obispos, dos promotores de la fe, un doctor, un cirujano y un numero de sacerdotes de su orden, incluyendo al Superior General, Fr. Bonnet.
"Cuando abrieron la tumba todo estaba igual que cuando se depositó. Solamente en los ojos y nariñ se veía algo de deterioro. Se le contaban 18 dientes. Su cuerpo no había sido movido, se veía que estaba entero y que la sotana no estaba nada dañada. No se sentía ningún olor y los doctores testificaron que el cuerpo no había podido ser preservado por tanto tiempo por medios naturales.
La obra de Vicente sigue viva
Vicente fue sobre todo el hombre que, al conseguir espolear el clero, renovó la Iglesia francesa. La Congregación de los "Paules" se convirtió en la orden mas vigorosa en Francia antes de la revolución francesa , con 6,000 miembros repartidos en 40 provincias.
La Congregación de Hijas de la Caridad se extendió por todo el mundo hasta el punto que en 1965 contaba con 46,000 hermanas. A lo largo de los siglos han prestado ayuda a millones de personas desgraciadas: niños abandonados, huérfanos, enfermos, heridos, refugiados, presidiarios, etc.
El servicio sencillo y discreto al prójimo constituye el principal fundamento de todas estas asociaciones vicentinas.
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