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Homilía del Obispo de Tánger Monseñor Agrelo

Una Iglesia que pinta:


Se puede leer en RD, en un comentario anónimo a la dimisión del ministro de Justicia D. Alberto Ruiz-Gallardón: «A partir de este momento la Iglesia ya no pinta nada en la sociedad española.» Entiéndase que en esa sociedad la Iglesia ha dejado de "tener importancia o significación".
Si con ello se quiere decir que la Iglesia ha dejado de ser escuchada en las sedes del poder político, no deja de ser una magnífica noticia, pues indica que se han restablecido las debidas distancias entre el evangelio y el poder, distancias que nunca debieron ser acortadas, pues no hay manera de servir al mismo tiempo a esos dos señores.
Que la Iglesia haya dejado de tener poder, entiéndase dominio sobre la sociedad, es una noticia que pone fin a un escándalo, pues el único poder que a la Iglesia le es consonante es el de "expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia".
Ahora, si lo que el escriba anónimo quiso decir es que la Iglesia ha dejado de tener su lugar en la sociedad, está muy equivocado. Siempre estará ahí, pequeña y crucificada, profética y bienaventurada; siempre la encontrarán acogedora los pobres, liberadora los esclavizados, rica de perdón los pecadores. Siempre estará ahí, ella sola, también para las mujeres abandonadas por todos a la tristeza infinita del aborto.





Homilía del Obispo de Tánger Monseñor Agrelo

Estar en la fila buena:

Recuerda las palabras de tu oración: “El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes”.
Mientras las pronunciabas, te situabas discretamente en la fila de los pecadores y pedías, más discretamente aún, ser contado entre los humildes.
Después escuchaste las palabras de Jesús: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”.
Mientras las escuchabas, pensaste: Está hablando de pecadores, está hablando de los humildes, está hablando de ese hijo que respondió a su padre: “no quiero ir a trabajar en la viña”, pero que después, arrepentido, fue.
Y la esperanza llenó de luz tu corazón al constatar que estabas en la fila buena, en esa que avanza más rápido que las otras hacia las puertas del Reino. ¡El corazón te dijo que Jesús estaba hablando de ti!
Estabas en la fila buena, en la de los humildes, en esa que el apóstol te señala, cuando dice: “Dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás… Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús”.  ¡La voz entrañable de la fe te decía que la fila buena era la que iba tras los pasos de Cristo Jesús! “Él, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos”.
Ahora ya sabes qué significa eso de “hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. El padre te invita a recorrer con el más amado el camino que, bajando, lleva hasta la vida misma de Dios.

Feliz comunión con Cristo.