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NUESTRO HOMBRE EN SANTIAGO – Presingación Nacional por la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba

Foto: REUTERS.

“Antes de la misa del Papa, un ciudadano opositor logró evadir dos cordones de seguridad en la plaza Antonio Maceo y tomó el micrófono para gritar: "¡Abajo el comunismo!", según un canal de televisión colombiano que obtuvo las imágenes.

Ante la frase de protesta, la Seguridad del Estado detuvo al hombre y un funcionario identificado con una cruz roja en su ropa la emprendió a golpes contra él.” DIARIO DE CUBA

“Una táctica que ya usó la Seguridad del Estado durante la visita de Juan Pablo II: sustituir a los empleados de la Cruz Roja con agentes suyos para maniatar cualquier intento de protesta. Gente muy cercana me contaba cómo en 1998 en la Plaza de la Revolución gente que se atrevió a gritar la reducían pretextando que les había dado una conmoción para luego llevárselos cargados a una tienda de campaña o una ambulancia apostada en las cercanías. Esta vez la diferencia es que el “camillero” se excedió en sus funciones golpeando a alguien que gritó “Abajo el comunismo” incluso hasta con la camilla. Y que lo hizo ante cámaras de televisión. Lástima que el reportero que reportó el incidente no se enterara de nada y atribuyera la golpiza “a algunos de los presentes, algunos de los habitantes comunes y corrientes que no estaban de acuerdo con esa arenga que gritó”. Sigue siendo la cubana una realidad opaca incluso cuando ocurre ante los ojos de los extraños. Queda en pie la advertencia para los que protesten: cuídense de la cruz si es roja.” ENRISCO

GUAMÁ, nuestra Aldea.

CUBA CRUCIFICADA

Por Rolando Pulido.

EL ABOMINABLE HOMBRE DEL LLANO


ORLANDO ZAPATA TAMAYO VIVE - Segundo aniversario de su asesinato


"El albañil sigue creciendo y el tirano, encogiéndose. Así es y así será cada 23 de febrero."

Jorge Salcedo (en twitter)

JULIO HERRERA ZAPATA (1932 - 2001), PINTOR CUBANO. In Memoriam


(Al pintor cubano Julio Herrera Zapata, un homenaje a su vida y obra en el 80 aniversario de su natalicio)

Julio Herrera Zapata nació en Madrid el 12 de febrero de 1932, pero rápidamente su familia viajó a Cataluña, región ancestral por el lado paterno, siendo así el catalán su primera lengua. Su infancia estuvo permeada por los abatares de la Guerra Civil Española, y al consumarse la derrota republicana terminó junto con sus padres y hermanos en el campo de concentración de Argeles-sur-Mer. El destino insospechado que suelen marcar las convulsiones históricas lo trasladó a la Habana, Cuba, cuando apenas contaba 7 años de edad.


En Cuba, Julio estudió en el Instituto de la Víbora. En 1953, junto a su primera esposa se trasladó a Nueva York a estudiar diseño gráfico en Parsons School of Design y Arquitectura y Filosofía en Columbia University.


Atraído por la revolución cubana de 1959, regresó a Cuba ilusionado con las nuevas ideas y cambios políticos de la isla. Junto con el Doctor Manuel Rodríguez de la Cruz fundó el Taller Nacional de Cerámica de Santiago de las Vegas; trabajó como diseñador gráfico y fue miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).


En 1962, después de haber recibido varios premios nacionales e internacionales de pintura, apareció en el primer libro que se editó sobre la plástica cubana del siglo XX titulado “Pintores Cubanos”, junto a los nombres de los pintores más importantes de Cuba de esa época. En uno de los prólogos de este libro, Edmundo Desnoe escribió: “...Herrera Zapata acaricia en sus cuadros las figuras y los objetos con cariño de artesano. Su lucha más ardua está en superar los elementos decorativos de su pintura y lograr que lo bonito se convierta en bello, como ocurre en sus naturalezas muertas...”


En 1965 viajó a Francia, junto con su segunda esposa, invitado a participar en la Bienal de París de ese año. Algo decepcionado por los caminos que iba cogiendo la revolución cubana, imponiéndole a los artistas los modelos del realismo socialista, y atraído por las nuevas convulsiones políticas y manifestaciones sociales que vivía la Europa de los años sesenta, se quedó a residir en París y no regresó a la Habana. El gobierno cubano lo borró de la historia de las artes plásticas del país, desmontó sus cuadros de los museos, y mantuvo a sus dos hijas menores de rehenes en la isla por tres años.


Sus primeras obras viviendo fuera de Cuba -piezas que no exhibió hasta la exposición retrospectiva por sus 25 años de pintura en París en 1990- son sintomáticas: cabezas agresivas con las bocas cerradas con zippers, corazones desangrándose, figuras solitarias acompañadas solamente por una medalla, o siluetas que se repiten uniformes e infinitas, expresando por sí solas las frustraciones y el desgarramiento del artista en esa etapa.


Sin embargo, rápidamente transfirió esa lucha interna a un universo más amplio, convirtiendo lo grostesco en un medio de expresión e incorporando elementos del diseño gráfico que dominaba a la perfección, en una pintura que prefirió los derroteros de la denuncia social a una estilización desde el punto de vista formal.


Es así que sus piezas fueron exhibidas en el Salon de la Jeune Peinture de París en 1967 y 1968, así como en la exposición colectiva de La Maison de L’Amerique Latine de 1967, entre otras muestras de grupos en la capital francesa.

Julio Herrera Zapata. “Science au service de l’Homme”. Primer Premio de la Bienal de Lignano, Italia, 1968.

En 1968 recibió el Primer Premio de la Bienal de Lignano, Italia, con su monumental óleo sobre tela titulado “Science au service de l’Homme”.


Los setenta lo recibieron como un pintor destacado en la vanguardia plástica europea, reconocido por la implacable crítica especializada y cotizado por los coleccionistas, con la vitalidad de la juventud y la plenitud del artista reconocido. La obra que Julio Herrera Zapata desarrolló durante esta década quizás fue la más temperamental y audaz, aunque ya trabajada con la malicia de quien tiene el pulso ejercitado, dominio técnico y el ego en ascenso.



Además de exponer en varias exhibiciones colectivas, como fue su participación en Basel Internationale Kunstmesse de 1973 en Suiza, en esta década realizó 10 exposiciones personales. Entre ellas se destacan las realizadas en Francia en Consulat Des Arts, de La Garde-Freinet; Galerie Tallien, de St. Tropez; Galerie Etienne de Causans, de París; Petite Galerie, de Lyon y Galerie Beaufreton, de Nantes.


En Suecia realizó dos exposiciones personales en Galerie Leger (1971 y 1974) de Malmö; en el Museum Jenisch, de Suiza; Salon D’Art de Bruselas y su participación en la exhibición colectiva “Re-encuentro Cubano”, del Museo Cubano de Arte y Cultura de Miami.


Durante esta época conjugó sus complejidades íntimas y preocupaciones sociales con la belleza y la perfección del cuerpo humano, retomando la imagen femenina como centro de su universo, como había hecho anteriormente con su pintura casi surrealista realizada en Cuba. Compartió la primera mitad de la década del setenta entre Saint-Tropez y París, entre amores posibles e imposibles.

Julio Herrera Zapata obtuvo la Beca Cintas en dos ocasiones: 1973-1974 y 1976-1977.


Enfrentó los años ochentas como un pintor maduro que sabía convertir la trama fríamente calculada en trazos espontáneos y viceversa, dueño absoulto de su universo, un artista que había experimentado en todas las disciplinas de las artes plásticas y quien de cada una había logrado un trabajo estéticamente bello a través de un tecnicismo impecable.


Realizó 9 exposiciones personales en esta década, entre las que se destacaron sus exhibiciones en Galerie Forum, Estocolmo, Suecia; Galerie Christine Ducene de Bruselas, Bélgica; Galerie Leisten & Thiesen de Münster, Alemania; Gallery Mack de Seattle, Washington; y 3 exposiciones personales en Sindin Galleries de New York.


En 1982 participó en la exposición colectiva “L’Art de L’Amerique Latine a Paris” en el Grand Palais de París. También en Praxis 1981, Barcelona y Génova; International Art Fair de Londres, 1984; ARCO, Madrid, 1986; y Stockholm Art Fair, Suecia, 1986 y 1988, entre otras.



En 1990, realizó una impresionante exposición retrospectiva por sus 25 años de pintura en París en Galerie Alain Letailleur.


Unos años después se fue a vivir a la selva de Chiapas con su tercera esposa, a quien había conocido en México en 1989. Allí el artista trabajó lo que podríamos llamar el penúltimo período de su obra, inclinándose sorpresivamente casi al abstracto, como llegan a ser muchos de sus paisajes sobre esta región mexicana.


A pesar de su casi aislamiento físico en la selva de Chiapas, su obra fue ampliamente exhibida en Europa, Estados Unidos y México durante esta década. Realizó 11 exposiciones personales, destacándose las efectuadas en Björn Olsson Gallery, Suecia, en 1991; Sindin Galleries, New York, 1993; Gallerie La Regle D’Or y Gallerie G.N.G, París, 1995; Cuban Collection Fine Art, Miami, 1996; y las galerías El Puente y El Gatopardo, San Cristóbal, México, 1997 y 1998 respectivamente.


Entre las exposiciones colectivas más significativas en que participó durante los años noventa se encuentran las de Göteborgs Konstmuseum, Suecia, 1993 y Musée des Beaux-Arts, Bélgica, 1999, en ambas como parte de la prestigiosa colección Ahrenberg.


También durante esta década exhibió en dos exposiciones de grupo realizadas por la Sociedad de Pastelistas Franceses, 1991 y 1992; y en la Librairie FOC de París presentó dos muestras de grabados, una personal y otra colectiva, 1992 y 1993 respectivamente.


Regresó a París finalizando el siglo XX, solitario y sabio como un lobo estepario, pero a la vez infantilmente atraído por la tecnología de las computadoras. Después de un viaje a África al comienzo del 2001, Herrera Zapata fue diagnosticado con cáncer en los pulmones y el doctor le pronosticó menos de un mes de vida. Amigos, modelos, clientes, hijos y nietos, viajaron a París desde distintas partes del mundo para darles su último abrazo, y el artista los esperó con música tradicional cubana, su mirada inquisidora que no lo abandonó hasta el último momento, y su sonrisa seductora. Falleció el 26 de mayo del 2001 acompañado por su tercera esposa y varios de sus hijos de sus dos matrimonios anteriores.




De su trabajo como ceramista, uno de sus jarrones con fecha de 1957 fue reproducido en un sello postal cubano en 1966, diseñado por el pintor suizo Rudolf Häsler.




Como grabador dejó una vasta producción de series de grabados; grabados con acuarela u óleo que los vuelve piezas únicas; mezzotintas; monotipias y litografías hechas a partir de su obra más sólida.



Su vitalidad artística y dominio del color quedan reflejados en sus óleos sobre tela, principalmente en pinturas de grandes dimensiones, aunque también trabajó formatos pequeños. Sin embargo, su consagración como artista la encontramos en la sensualidad y el impecable terminado técnico de sus pasteles, que lo llevó a ser miembro de la Sociedad de Pastelistas Franceses, como Maestro Pastelista, desde la década del 70 del siglo pasado.Link


Con sus dibujos, la base de su obra, demostró un dominio total del cuerpo humano.


Dejó impresos dos libros de grabados de limitadas ediciones: “Mutilantes y Mutilados” de 1973, y “Poètes TÉMOINS des événements du XXe siécle cccompagnés des gravures de ZAPATA”, terminado poco antes de fallecer.


Sus cenizas descansan en los campos de Grañena de las Garrigas, provincia de Lérida, Cataluña, entre los árboles de la casa de campo construida por su padre.







Diseñó la etiqueta de la botella de la 4ta edición limitada de vino de la casa Balthasar-Ress, 1982.