Eso, eso.

Recién aprendí a andar, no me pidas que vuele,
mis tobillos aún son débiles, y mis pasos confusos,
camino, no se si por inercia o por costumbre,
pero aprendo a cada paso,
a cada trazo, 
me retraso, es cierto, 
pero es por mi facilidad para escabullirme, 
me sorprendo de todo, 
cómo un recién nacido, 
expectante espero las bandadas de palomas,
para ver si hay alguna completamente negra,
o alguna sin la cola.
¿Entiendes lo que digo?
Me distraigo fácilmente,
y se me van los temas, 
los días y las horas, 
se me pierden los sueños, 
y los fuegos, 
sobre todo los fuegos.
Al intentar encender el cigarrillo,
no tengo fuego, 
al intentar encender el cigarrillo,
solo tengo el fuego.

Recién aprendí a hablar, no me pidas que grite,
mi garganta no soportaría el esfuerzo,
ni mis oídos el aullido.
Esbozo palabras con claras intenciones dobles,
solo eso se hacer,
es lo que mi humor tercer-mundista me permite,
un machista 
sexual
e insensible humor banal.
Pero juro volver a la pomposidad hispana,
dejar de lado la neovulgaridad chilensis,
retomar las viejas escuelas
y mesclarlas quizas con algún anglicismo.

Oh! benditas sean tus piernas amada mia,
benditos sean tus senos,
bendita tu boca
y la Coca-Cola.