Levando anclas

 Galdo Fonte
 
Por más promesas electorales que se tengan contraído, lo cierto es, que no existen interlocutores válidos y mucho menos un gobierno capaz de plantarle cara a la propia Unión, en exigencia de resolución correctora para el sector naval
En esta Europa de las dos velocidades, España, ni tan siquiera forma parte del convoy de arrastre como furgón de cola, pues los mas influyentes miembros del club le han estacionado, han acotado su recorrido de futuro en el límite espacial y terminal de una vía muerta.
En otras palabras, el nuevo gobierno conservador, no más tomar posesión, en un sorprendente ejercicio de abdicación de atribuciones y capitulación de competencias, se pliega en subordinación admitiendo la jerarquía impuesta por el socio dominante de la Unión. Por ello, lejos de exigir el reconocimiento de su status dentro del marco de la UE, siguen la política de sus antecesores, acatando sin réplica la condición de fideicomiso, impuesta unilateralmente por la canciller Merkel. Lo que es lo mismo, Rajoy y su equipo, asumen sin oponerse, la tutela y administración alemana en lo concerniente a la resolución de los asuntos de mayor calado del país, cuyos resultados harto conocidos, no hacen más que incrementar la potencialidad germánica en detrimento y limitación de nuestra capacidad genuina, avalando con ello, la aspiración anexionista de la emperatriz sajona empeñada en construir una Europa alemana.
Ese que no otro, es el referente distintivo de las dos velocidades en donde nuestro país circula marcha atrás !
Esta precisión mas que una crítica es una reflexión, un referente obligado para centrar conclusiones, y evitar la tendencia a seguir gastando la pólvora en salvas a través de inútiles dinámicas reivindicativas, o lo que es lo mismo, en promover acciones y debatir iniciativas de todo signo cuya eficacia resulta en todo punto infructuosa.
Como muestra, nada mas revelador que el desastroso balance de resultados en el posterior proceso de reconquista de los sectores públicos de carácter estratégico, que por desacertadas decisiones políticas, fueran sometidos a arbitrarias medidas de reconversión, como abusivo canon o excedido peaje por la admisión de nuestra integración en Europa.
Valga por referente el sector naval que después de haber sufrido en primer término las consecuencias de tan disparatadas decisiones, con el paso del tiempo, mas que recuperar cotas de mercado fue sometido a un ciclo combinado, donde a las nuevas reducciones de su potencialidad productiva le sucedió la instauración de vetos encadenados que limitaron aún más el desarrollo de la actividad.
España no puede abandonar los astilleros a su suerte, mientras sus socios se convierten en los líderes europeos del sector
Medidas, que en función de la alternancia y tendencia de las siglas del gobierno de turno, contaron en su caso con la oposición o apoyo político -sindical; toda una muestra de insensatez, un exponente de desunión, que proyectó al exterior una imagen debilitada de país, circunstancia que impidió la necesaria unidad de acción y la fortaleza necesaria para imponer el rescate del sector y que contrariamente, si prodigó su caída en picado. Escenario que en síntesis es la motivación única, por lo que, a momento presente la salud del sector se encuentra en fase terminal.
Al hilo de lo expuesto, y por las motivaciones referidas queda acreditado que en España, por mas promesas electorales que se tengan contraído, lo cierto es, que no existen interlocutores válidos y mucho menos un gobierno capaz de plantarle cara a la propia Unión, en exigencia de resolución correctora a esta demanda sectorial.
Ese es el principal problema, y mientras no varíe tal circunstancia, cualquier demanda o reclamación sobre materia no pasará de ser una pretensión absurda de resultados inútiles, en otras palabras, un dialogo de sordos de grado superlativo.
Es evidente que España no puede abandonar los astilleros a su suerte, mientras sus socios se convierten mayores productores europeos del sector, e incrementan actividad aprovechando los repuntes del mercado, y lo que es mas grave, valiéndose de las cotas de producción sustraída a nuestro país por imperativo de las restricciones impuestas a través de vetos encadenados. Vetos que no tienen razón de continuidad, a no ser, la finalidad de primar intereses preferentes de la competencia europea y privar nuestra concurrencia al emergente y variado mercado mundial. Por tanto, ahora ya no se trata de debatir sobre el levantamiento del veto sino en dejar sin efecto la incongruente y restrictiva regulación en materia naval, para que sea el libre mercado la única directiva reguladora. Esa que no otra, ha de ser la exigencia colectiva que nuestro estado, al unísono, tiene que defender con contundencia en el foro europeo, a fin de retomar al completo esta actividad que por necesaria resulta irrenunciable.
Y si tal petición no atiende de conformidad, habrá que resolver entre la conveniencia de permanencia en el seno de la UE o tomar por deriva garantizar se el futuro del sector.