La soledad de Navantia


as plantas de Puerto Real y San Fernando se quedan sin carga de trabajo en el primer trimestre del año, a la espera de los BAM

Los astilleros gaditanos no están para fiestas. Las expectativas de carga de trabajo para el próximo año son nulas y resulta muy complicado mantener a flote la industria naval en la Bahía sin un apoyo de la Administración central. Navantia necesita nuevos contratos para sobrevivir. 
Al final, el cuento del lobo se ha hecho realidad y después de mucho avisar la tragedia es real. 
En las plantas de Puerto Real y San Fernando solo quedan tres barcos en la línea de montaje. Los tres buques abordan su última fase de construcción, lo que significa que en el primer trimestre de 2012 se habrá acabado todo. Mientras tanto, en el astillero de Cádiz, sigue la entrada a cuentagotas de buques para su reparación a la espera de que cuatro cruceros de la compañía Royal Caribbean atraquen para someterse a una reforma. Este es el panorama que presentan las tres plantas gaditanas para 2012 después de seis años a pleno rendimiento con la construcción de 14 barcos, dos de ellos civiles.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Los últimos acuerdos para la construcción naval se cerraron entre 2006 y 2007, desde entonces Navantia no ha logrado cuajar nuevos contratos.

Sin embargo, sí que ha desplegado una importante acción comercial por más de una veintena de países. La entrada en 2009 de Aurelio Martínez en la presidencia de Navantia en sustitución de Juan Pedro Gómez Jaén supuso un revulsivo para la compañía, que se abrió al resto del mundo ofreciendo toda su oferta de construcción militar. Durante la etapa de Martínez, Navantia optó a concursos en Australia, Turquía, Canadá, mientras que siguió su relación con Venezuela, Brasil, Filipinas y Noruega.

Martínez cedió el testigo en febrero de 2011 a Luis Cacho, nuevo consejero delegado de Navantia, que desde entonces ha tratado de consolidar las relaciones internacionales con los clientes potenciales de la empresa. En este corto tiempo de gestión ha metido cabeza en Estados Unidos, donde el Gobierno de Obama quiere renovar la flota de sus barcos guardacostas, pero se trata de un contrato de colaboración con los astilleros de aquel país. Igualmente, está en juego la posibilidad de que las plantas gaditanas sirvan de taller especializado para los barcos norteamericanos que vendrán en Rota para formar el denominado escudo antimisiles. 
Muchos proyectos, pero pocos resultados a corto plazo. La crisis y la competencia que ejercen los astilleros asiáticos han dado al traste con las expectativas de Navantia en el mercado internacional. La compañía ofrece calidad y tecnología, mientras que los gobiernos son ahora más partidarios de la transferencia tecnológica. Es decir, pagar por la ingeniería y su aprendizaje y, a su vez, hacer el barco sin salir del país. Este es el caso de Brasil, donde Navantia tiene todas las papeletas para llevarse el gato al agua la próxima primavera en la construcción de once buques: cinco fragatas, cinco patrulleros y un buque logístico. El presidente del comité de empresa de Puerto Real, Ramón Linares, de CC OO, reconoce que este acuerdo es muy importante para la compañía, pero no genera actividad en las plantas españolas. 
Más de 2.000 empleos perdidos
En la misma situación se encuentra Venezuela, que ha dejado sobre la mesa la posibilidad de ampliar el contrato actual para cuatro barcos más: dos patrulleros y otros dos buques de vigilancia. El Gobierno de Hugo Chávez insiste en que la transferencia tecnológica sea el denominador común de los nuevos acuerdos que se firmen con España. El mes que viene se entregará a la Armada bolivariana el séptimo buque construido en la Bahía. Se trata del 'Kariña'. Una vez que abandone el dique de Matagorda, la planta de Puerto Real quedará totalmente vacía. Como dato, en los dos últimos años, la industria naval de Cádiz ha perdido 2.500 empleos. Navantia ha ido entregando barcos, pero no ha generado nuevos contratos.

La industria auxiliar ha pagado las consecuencias de la inactividad.
La única esperanza a la que se aferran los astilleros gaditanos para capear el temporal es la entrada en producción de la segunda serie de los Barcos de Acción Marítima (BAM). Se trata de cinco barcos más para la Armada española. Este acuerdo se anunció en octubre de 2010. La entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, abría la mano para dar carga de trabajo a los centros de la Bahía, pero ha transcurrido un año, ha cambiado el Gobierno y, pese a todo, el contrato no se ha firmado. Será el Gobierno de Mariano Rajoy y su nuevo ministro de Defensa, Pedro Morenés, quienes autoricen definitivamente este contrato. Los sindicatos reconocen que su aprobación supone la salvación de la industria naval de la Bahía y «llega muy tarde», porque no será hasta verano, de aprobarse ahora, el corte de chapa de las primeras unidades. El PSOE ha asegurado que ha tratado de firmar el acuerdo en el último Consejo de Ministros de Zapatero, pero el PP, según la versión de los socialistas, no quiso. Esta justificación ha sido desmentida por los representantes provinciales del PP.
La Armada ha introducido algunos cambios en las plataformas de estos buques. Cabe recordar que en San Fernando ya se han construido cuatro BAM, dos están en la última fase de montaje el 'Relámpago' y el 'Tornado'.

Las modificaciones de la Armada afectan a dos de los cinco barcos previstos, ya que su destino será para labores oceanográficas y logísticas. Los sindicatos reprochan que este acuerdo se podría haber firmado hace meses sacando solo tres de las cinco unidades que son idénticas a las fabricadas en La Isla. Sospechan que detrás del retraso en su autorización se encuentra la falta de financiación. 
Otro de los encargos en firme que tiene, en este caso el astillero isleño, es la construcción de doce lanchas de desembarco para la Armada australiana. Se trata de un contrato menos, ya que supone 350.000 horas de trabajo y actividad para unas 60 personas. Este tipo de lanchas se construyeron en 2008 en la planta de San Fernando, pero fue para la Armada española.
Este es el escenario que le tocará vivir a Navantia en Cádiz a partir del mes que viene. Las organizaciones sindicales, tras realizar una ronda de consultas con las autoridades de la provincia, han dejado sobre la mesa los problemas de carga de trabajo que se vienen encima y las dificultades para abordarlos. Anuncian un invierno movido, porque los astilleros, sobre todo, San Fernando y Puerto Real, se encuentran en la misma situación que en 2004 cuando fueron víctimas de la reconversión industrial.